Veganismo versus tradiciones

En  un intento por extremar la defensa de los derechos animales, los veganos se internan en una tierra hostil. Exigen a través de activismos de diferente índole, que deje de utilizarse a los animales para cualquier objetivo humano. Desde su punto de vista, montar un caballo implica un abuso y explotación, e incluso maltrato.

Esta filosofía de vida, denominada en las redes “Especismo Cero”es respetable, aunque extrema, al poner en la misma escala, el maltrato animal en zoos, plazas de toros, carreras  y circos, que cualquier tipo de relación de dominación humana sobre el animal.

En este sentido, sin ánimo de confrontar, pero ejerciendo el derecho del libre pensamiento, me gustaría reflexionar sobre la raíz de algunas cuestiones.

Suele argumentarse que el ser humano es naturalmente herbívoro y frugívoro, pero nuestros antecedentes nutricionales distan bastante de este concepto, ya que como descendientes de los grandes simios, somos naturalmente omnívoros, nuestros antepasados son cazadores, de hecho, inteligentes estrategas que cazan a simios más pequeños y otros animales, e incluso, algunos pescan para alimentarse.

Por otra parte, nuestra dentadura no es de corte, como la de los herbívoros, tenemos caninos para desgarrar, aunque menores que los de los grandes depredadores.

Esto ocurre porque al adaptarnos a la utilización de herramientas, no necesitamos prendernos de la presa con los dientes, a fin de dominarla, las cuevas (la versión original del actual muro de Facebook), son un registro del uso de lanzas y flechas para la caza, desde el inicio mismo de la humanidad.

Por otra parte, la interacción de dominación, no es necesariamente cruenta, ni abusiva, la equitación, el adiestramiento de perros para cazar, y otras actividades, no son más que una forma de complementación mutua, en que hombre y animal colaboran mutuamente. La relación es casi siempre afectiva, aun cuando fuera profesional. Que un perro busque en la nieve personas desaparecidas, solo es una manera de asociar una aptitud innata del animal, con una actividad humana solidaria.

Sin embargo debemos reflexionar sobre actividades en las que el animal es sometido a una esclavitud insalubre, igual que lo haríamos sobre cualquier tipo de esclavitud.

También debemos aclarar que, en aras de una alimentación sana, las carnes rojas son demasiado acidificantes, así como también la leche animal.Un punto importante, es que el hiper-consumo humano, ha llevado a una tremenda sistematización alimentaria, donde la calidad de vida de los animales que se consumen es brutal, realmente cruel. La utilización de hormonas, antibióticos y otros químicos y la inmovilización,  para asegurar la mayor productividad, no solo llevan a una anulación total del respeto por la vida de los animales, sino que además, son perjudiciales para la salud humana.

Una reeducación respecto a la forma en que se consume permitiría un equilibrio en la relación del hombre con su entorno. No es correcto pensar que todo lo que existe en el planeta está allí para nuestro caprichoso uso. Tampoco es correcto, según mi parecer, pensar que no tenemos derecho alguno a defender nuestra supervivencia, alimentándonos, racionalmente, de lo que nos ofrece la naturaleza.

Si se defiende la vida, hay que aplaudir, pero cada especie debe velar por su propia supervivencia. La devastación, la depredación ilimitada del medio ambiente es tan desequilibrada como la no utilización de los recursos para sustentar la vida humana.

Hay mucho que discernir en este tema, muchas tradiciones crueles como la taurina, los circos, los zoos y otras formas de explotación animal por diversión y dinero, deben terminar ya. Y muchas tradiciones alimentarias deberían sustentarse en el respeto, utilizando formas más naturales de acceder a los alimentos de origen animal.

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