Típicas situaciones a la hora de estudiar ¿Con cuál te identificas?

Leer un tema nuevo y estudiar sus contenidos puede ser un proceso muy placentero, pero ante el stress de un examen y la sensación de que el tiempo apremia, podemos encontrarnos llevando a cabo conductas un poco… calculadoras, y hasta perezosas.

Estas son algunas de las situaciones más comunes que pueden hallarse en experiencias propias y ajenas, y recomendaciones para salir airoso de las mismas. Cualquier parecido con la realidad…

 

 

 

El afán por lo numérico:

  • Contar la cantidad de páginas que nos falta leer… después de haber leído solo una y media.
  • Medir lo que leímos en porcentajes. “Si son 300 páginas y ya leí 49… ¡Qué bien, ya casi avancé un sexto!”.
  • Mirar el libro de perfil y alegrarnos por todo lo que avanzamos 10 minutos después de empezar a leer, sólo porque parecen muchas páginas. Pero suele suceder que seis de las mismas están en blanco, otras cuatro tienen el índice,  otras tres el nombre del autor, el del capítulo y el del libro.
  • Cuando estamos por terminar el libro o apunte: revisar las páginas que nos quedan, calcular mentalmente cuantas tienen imágenes o están mayormente en blanco, y alegrarnos, porque de esa forma lo que nos queda por leer es “menos”.
  • Terminar de leer el capítulo 1, pasar al 2, y a la mitad sentir que ya nos olvidamos de todo lo del 1 (y así sucesivamente a través de todo el libro, claro). Es bueno para evitar esta sensación hacer un repaso oral en nuestras propias palabras del tema que acabamos de leer antes de pasar al siguiente.

Otras situaciones comunes:

  • Postergar el estudio lo más posible aumentando así el miedo y la ansiedad. Cuanto más procrastinemos, mas amenazante e inabordable se verá la situación que estamos evitando. Está comprobado que al momento de afrontar el miedo y comenzar a hacer eso que tememos (se aplica a cualquier situación, no solo el estudio) ésta se vuelve más accesible y menos intimidante, además de que bajamos la ansiedad y los nervios que tanto nos angustiaban.
  • Comenzar a juntarnos a estudiar en grupo, y dedicar la primera hora a intercambiar temas de conversación, chismes o quejas sobre el profesor, compartir apreciaciones del libro (“La verdad que es menos denso de lo que esperaba” o “¡No entiendo nada!”), comer algo y cebar mates, y terminado esto empezar en serio.
  • La cábala inevitable de ir al examen con kilos de papeles, libros y apuntes, que jamás abriremos o volveremos a mirar una vez que lleguemos al lugar, pero… nos hacen sentir más confiados.

Consejos:

  • Comentar con compañeros o un grupo de estudio lo leído en nuestras propias palabras. Esto es muy recomendable, ayuda a afianzar el contenido y hacer más fácil recordarlo en el futuro, sobre todo si aplicamos lo estudiado a situaciones cotidianas. También podemos recibir una explicación simple de un compañero sobre un tema que no nos cerraba del todo, y devolver el favor explicándole a otro algo que le resulte complicado.

grupo de estudio

  • Los resúmenes: hacer nuestras propias síntesis en base a interpretaciones personales es lo más recomendable. Leer de un resumen hecho por otro nos puede dar una visión muy acotada e insuficiente de un tema, además de generar confusiones, o transmitir una mala interpretación del primero a muchos otros (por más que quien comparte su resumen haga eso con su mejor intención).
  • Un buen tip: no tratar los apuntes o los libros como publicaciones sagradas. Subrayar, resaltar, hacer anotaciones al margen, diagramas o dibujos es una gran ayuda para incorporar contenidos.

Conviene evitar:

  • El apuro: cuando nos va quedando menos tiempo y nos invade el pánico, empezar a  leer con mayor velocidad sin prestar atención o entender del todo la primera vuelta. Esto solo hará que tengamos que volver sobre nuestros pasos y terminar leyendo todo una segunda vez para entenderlo bien, perdiendo más tiempo a fin de cuentas.
  • La noche anterior: quedarnos toda la madrugada estudiando e ir a rendir sin dormir, o con muy pocas horas de sueño. A veces el cuerpo se opone a relajarse en esos últimos momentos, pero ir sin descansar no es lo más recomendable. Una buena noche de descanso (y sueño, de ser posible) ayuda al cerebro a afianzar los conocimientos y a estar lucidos al día siguiente.
  • La comida: el día del examen, arrasar con todo lo que hay en la heladera para calmar la ansiedad. Salado sobre dulce, dulce sobre salado, los nervios no le hacen asco a nada; lo ideal es no comer nada que sea muy pesado para el aparato digestivo, ya que eso lo obliga a acumular mucha sangre para realizar sus procesos y en consecuencia nos entra una sensación de relajación y somnolencia y la actividad del resto del cuerpo disminuye, incluida la rapidez y agudeza mental que necesitaremos.
  • Las últimas horas antes del examen: querer repasar 300 páginas en un viaje de colectivo. ¡Mejor relajarse! No aprenderemos nada nuevo en esos últimos ratos que no hayamos leído antes, solo nos pondremos más nerviosos y ansiosos. Es más aconsejable dedicarse solo a repetir mentalmente algunos conceptos que ya sepamos, o simplemente mantener la calma, escuchar algo de música y/o disfrutar del viaje.

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