Harry Potter: la mágica saga y sus directores

La altamente exitosa serie de films sobre el hechicero creado por la escritora británica J.K. Rowling tuvo a varios realizadores encargándose del timón de cada aventura, con variados resultados en consecuencia.

La saga de Harry Potter consta de ocho películas basadas en los famosos libros de Rowling. Cada una de las películas sobre el joven mago obtuvo un tremendo éxito en la taquilla. En cuanto a la calidad de los mismos, se observa una tendencia que fluctúa con cada nueva entrega, mejorando el nivel establecido en la anterior. Haremos aquí un recorrido por los toques que dio cada uno de los cuatro directores a la saga: Chris Columbus, Alfonso Cuarón, Mike Newell, David Yates.

Lo que puede observarse desde un principio es que los productores a cargo de la empresa de trasladar la historia al cine decidieron buscar para el inicio de la misma un estilo muy fiel a de las novelas y de una factura correcta, sin grandes pretensiones ni muchas ínfulas, con la intención de agradar a todo el mundo. Una vez asegurada la viabilidad comercial y el reconocimiento popular del proyecto, se comenzó a apostar “en serio”, buscando verdaderos artesanos y artistas del séptimo arte, dispuestos a volcar una visión más fresca y arriesgada en cada relato de Harry Potter.

En las dos primeras cintas, dirigidas por Chris Columbus, se advierte un enfoque un tanto industrial y sencillo, junto a un ritmo muy pausado y lento, lo que les juega en contra, particularmente en la primera parte: “Harry Potter y la piedra filosofal”. Columbus fue el director responsable de películas familieras que le crearon un nombre en la década del ‘90, como “Home Alone” (“Mi pobre angelito”) 1 y 2, y “Ms. Doubtfire” (“Papá por siempre”). El mismo estilo “ATP” (aptas para todo público) es el que se puede apreciar en las primeras dos entregas de las aventuras del mago.

Con Alfonso Cuarón dirigiendo la tercera parte, “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, llega un aire fresco y claras marcas autorales, dispuestas cuidadosamente a lo largo de la narración. Cuarón provee a esta secuela nada más y nada menos que la total recreación del Universo Potter, convirtiendo al mismo en uno mucho más adulto, vívido e incluso “oscuro”, como lo supo hacer en su filmografía (realizó “Y tu mamá también”, “Grandes esperanzas”, “Niños del hombre” y, más recientemente, “Gravedad”).  Esta entrega no solo puede ser considerada como una de las mejores –o directamente la mejor– de la franquicia, sino que, además, marca un nivel muy alto, una especie de “barra divisoria” a partir de la cual las aventuras del protagonista crecen en importancia y solidez. Esto queda registrado en la cuarta y quinta parte de la saga, si bien con resultados un tanto dispares.

En “Harry Potter y el cáliz de fuego”, dirigida por Mike Newell (“La sonrisa de Mona Lisa”, “Cuatro Bodas y un funeral”), el resultado es solo aceptable. En cambio, en “Harry Potter y la orden del Fénix”, David Yates, quien dirigirá el resto de los capítulos hasta el final, logra imponer un clima ominoso y una mayor intensidad. En los tres últimos filmes, además de lograr que el espectador sienta la amenazadora sombra del villano Lord Voldemort acechando cada espacio del relato, Yates consigue una excelente combinación entre el drama tenso y la acción sin respiro, sin dejar de lado la creación de los climas mencionados y una mayor profundización en la psicología de los personajes principales.

Irónicamente, Yates no contaba con la experiencia de dirigir grandes tanques Hollywoodenses previamente a timonear la saga de Harry Potter, habiéndose dedicado mayormente a dirigir miniseries o películas para televisión británicas. Aun así, logro retratar con justicia al mundo diseñado por Rowling, dándole un notable cierre al último tramo de la historia y destacándose sobre casi todos sus predecesores.

Aunque con distintos estilos, las ocho películas son consistentes en conjunto. Algunas son más apropiadas para las audiencias jóvenes, mientras que otras son más disfrutables para los adultos. Si somos aficionados al cine, vale la pena hacer un recorrido por ellas, poner a prueba nuestro ojo crítico y ver si podemos descubrir sus diferencias, los distintos enfoques y el toque de cada director.

 

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