Cómo manejar los límites y la libertad con nuestros hijos

Cómo manejar los límites y la libertad con nuestros hijos

Cómo manejar los límites y la libertad con nuestros hijos

Cómo manejar los límites y la libertad con nuestros hijos. Familia y relaciones personales.

 

Límite y libertad son conceptos que rara vez encontramos de la mano. Tal vez porque los vemos confrontados y las imágenes relacionadas tanto a uno como al otro nos presentan paisajes totalmente diferentes.

Pensamos en límites y a continuación viene a nuestra mente la imagen de un padre, desde allá arriba donde se encuentra por su tamaño, señalando a su hijo con el dedo haciendo el intento de que el niño aprenda a ver las cosas como él.

Algo tan sencillo de ver y que siempre se nos pasa inadvertido es el hecho de que jamás lograremos que un niño vea las cosas como adulto, eso es tan difícil como pedir que un pequeño de entre 5 y 10 años mida 1.75 de altura. Con esto quiero decir que cada cosa tiene su tiempo y que así como nuestro cuerpo no llega a su tamaño definitivo hasta la adolescencia, tampoco la mentalidad puede quemar etapas.

Cuando pronunciamos la palabra libertad puede pasar que algunas personas lo asocien con un “país mejor”, otros, tal vez, nos inclinemos por ese sueño que tantos tenemos desde niños, que es el de volar o tirarnos de un paracaídas. Si estás entre los 15 y los 21 años la imagen de libertad puede enlazarse a tu propia independencia y finalmente puede haber quienes lo atribuyan a la idea de “libertinaje” y lo vean como algo potencialmente dañino, etc.

Cada uno lo visualiza de manera distinta dependiendo de variables tal cómo la forma en que ejercieron los límites sobre nosotros y qué hemos hecho con la libertad, que de alguna u otra forma, todos tenemos en algún momento de la vida. El modo en cómo usamos estos dos conceptos abstractos en nuestras acciones tiene más relación con la libertad que con los límites.

Ahora bien, nosotros hemos crecido y somos padres, tíos, abuelos, hermanos mayores, cuidadores, maestros, etc. Todo el bagaje que traemos va a ser nuestra caja de herramientas.

Si fui sobreprotegido, si fui mal tratado, si fui educado “libremente” o con demasiados límites; si considero que mis padres hicieron lo correcto o no. Todo lo anterior sirve como ejemplo de lo que quiero o de lo que no quiero transmitir a los niños que tengo a mi cargo.

La flexibilidad de los primeros años de vida permite que los infantes se adapten fácilmente. Su creatividad a esa altura roza la genialidad, sólo hay que descubrirla y aprovecharla con fines adecuados e inculcando, desde pequeños, la idea de libertad. Libertad como sinónimo de  independencia, autonomía, seguridad en si mismo y todo aquello que ayude al niño a encontrarse con sus potenciales. Todos ellos se destacan en algo, hay que alentar y apoyar su propia mirada de lo que desean y, en lo posible, no proyectar en ellos lo que hubiéramos querido de nosotros mismos.

Él es un ser distinto que debe tener la posibilidad de elegir, sólo tenemos que encausarlo para que lo haga en forma adecuada.

Esto no quiere decir “dejarlos hacer lo quieran” porque sin los límites necesarios estaríamos cometiendo el error de soltarle la mano antes de tiempo, ellos necesitan ser guiados, saber que el no, no se va a transformar en sí por gritar o llorar.

Podemos ver los límites como la acción de ir marcándoles el camino, esto se logra con más éxito cuando se aplica en los primeros 5 años de vida; luego no es imposible, pero sí más complicado.

Cuando entramos en el terreno de la preadolescencia y hemos sobreprotegido en exceso al niño cuando pequeño, no podemos pretender que de la noche a la mañana aflore una personalidad independiente, con ánimo de colaborar, etc. Pero aun en estos casos no es tarde; no es tarde tampoco si siempre fuiste inflexible, perfeccionista y ahora te das cuenta que eso no fue productivo en la crianza. ¡Nunca es tarde para nada!

Si los niños en cuestión tienen entre 1 y 10 años no olvides lo siguiente:

-Baja a la altura del niño cada vez que intentes explicarle algo que es importante que sepa.

Los límites pueden ser impuestos también desde el amor y traen resultados mucho más duraderos que no suelen olvidarse a lo largo del tiempo. (Los gritos son esa parte de la historia que no queremos recordar).

Juega con ellos así sea 5 minutos al día, es esta la manera en que construirás la confianza, hablando en su idioma a través de los juegos.

-Cuéntales acerca de tu niñez. Los niños suelen tener la idea de que los adultos nunca fuimos como ellos.

-Recuerda cómo eras a su edad, lo que soñabas y, sobre todo, cómo sentías.

-Respeta su opinión, no lo desapruebes. Enséñale siempre a expresar  lo que piensa y siente, de buena manera.

-Habilita un espacio de charla familiar dónde sea toda la familia, inclusive el pequeño, en dónde participe de cosas sencillas, por ejemplo, cómo y dónde armar el arbolito de navidad.

Si la edad en cuestión pasa ya los 11 años y los límites de la primera etapa ya no son funcionales, no olvides que:

Un chico preadolescente está en un a etapa de transición y desafiará las reglas preestablecidas.

-Las transgresiones son comunes en esta etapa y no son malos chicos por eso.

-Nuevamente piénsate a su edad.

-No seas su aliado, porque ante todo seguís siendo el adulto que necesita para sentirse seguro, pero tampoco te transformes en su enemigo.

-Son desaconsejables las alianzas dentro del grupo familiar, ya sean a favor o en contra de lo que sucede con respecto al niño. (Las alianzas pueden darse entre padres; entre el hijo y una de las figuras parentales; entre los padres y uno de los hermanos, etc.)

-La primera opción siempre debería ser el diálogo y el acercamiento.

-Las prohibiciones extremas no suelen funcionar

-Los chicos a esta edad esperan ser castigados por su rebeldía, sorprenderlos con una actitud distinta hacen que decidan salir de ese lugar. Por ejemplo: “está bien si decidiste usar tu pelo despeinado, de ahora en más será una regla que lo uses siempre así”.

Esto es utilizar sus propias estrategias para llamar la atención, a su favor. A veces algo inesperado produce un cambio repentino.

Recapitulando la idea de este artículo fue acercarles una mirada diferente acerca de la correspondencia entre Límites y Libertad, que aplicados en su medida justa hacen de la persona un sujeto íntegro. Educar con amor y libertad no es desentenderse de los límites.

 

 

 

 

 

 

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