Cómo comunicar errores sin herir

A la hora de educar a nuestros hijos, no solamente tenemos que transmitirles valores y saberes para su vida, también es necesario encauzar algunas actitudes que pueden resultarles negativas en sus relaciones, pero debemos hacerlo sin lastimarlos. Aprender cómo comunicar errores sin herir, es un esfuerzo que los padres deben hacer.

Es muy habitual en padres exasperados escuchar afirmaciones como “eres bruto”, “eres inútil”, “qué irrespetuoso eres, “eres muy inquieto”, “eres molesto”, “eres mentiroso”, “eres agresivo”. Son afirmaciones que califican, etiquetan y definen a una persona. Al utilizar este tipo de frases, se da por hecho que la persona “es” de tal o cual modo. Este modo de comunicación implica violencia, dado que estamos definiendo a un niño por una actitud solamente, puesto que una acción no lo puede definir.

Cómo comunicar errores sin herir

Una forma menos violenta de señalar algo es enfocarse en la acción y no en la persona: “te comportase de manera agresiva (en tal o cual momento)”. La acción puede modificarse, la persona no.

Hay que considerar que si un niño escucha sobre sí mismo una afirmación como “sos irrespetuoso”, comenzará a formar un concepto de sí mismo que responda a eso, y probablemente continuará comportándose de esa manera, ya que aprendió que ese es su rol y forma parte de su identidad. Pero si en cambio se le dice que “en tal momento te comportaste de manera irrespetuosa o indeseada”, sabe que puede cambiar dicha conducta y reemplazarla por otra más adecuada.

Es importantísimo tener expectativas positivas respecto de nuestros hijos, dado que si los juzgamos negativamente, así se comportarán.

 

Algunas pautas para corregir a nuestros hijos sin herirlos:

  • Conversar en privado. Hacerlo delante de compañeros o de otras personas, puede hacer que se lo rotule negativamente, y se lo trate de acuerdo a ello.
  • Se debe considerar no juzgar a la persona sino a la acción.
  • Tomarse su tiempo, conversar, no hacerlo como algo breve. Escuchar lo que nuestro hijo o hija tiene para decir de lo hablado.
  • Siempre se deben señalar los puntos fuertes, no solamente los débiles. Lo ideal es conversar sobre un aspecto positivo, luego pasar al negativo o al comportamiento que se desea marcar, y cerrar con un comentario alentador, como que sabemos que él o ella podrá hacerlo mejor la próxima vez, y confiamos en que se esforzará para que así sea.
  • Hablar desde la subjetividad, comenzando con frases como “a mí me parece que…”, “yo me sentí como si…”, “yo pienso que…” y evitando el mensaje que sentencia desde la objetividad: “eres”. Recordemos que este tipo de diálogos resultan violentos, pues nos ponemos en un rol de jueces, donde afirmamos que el niño es de tal o cual forma.
  • Es buena idea colocarse a la altura física del niño, es decir, agacharse o ponerse en cuclillas para poder establecer contacto visual.
  • Si estamos nerviosos, esperar otro momento para hablar sobre el tema. Es muy importante estar tranquilo al momento de hablar de los errores de otra persona. Si queremos ayudar a nuestro hijo o hija a cambiar un comportamiento, debemos hacerlo desde la calma, para no caer en la violencia verbal y herir.

Por su parte, Cohen habla de dos tipos de lenguajes que pueden ser utilizados por el maestro para mejorar la comunicación.(CXI)

El lenguaje restrictivo –  que es directo, controlador, impersonal e indiferente – es característico del modelo educativo de generaciones anteriores, donde primaba un estilo rígido y muy estricto. El lenguaje sensible, que transmite respeto y aceptación por los sentimientos e ideas de los demás, y fomenta la colaboración, es a lo que debemos apuntar los padres de hoy.

Algunas frases que podemos tener en cuenta dentro de este estilo de educación: “Cuando un niño tiene miedo, a veces sucede que…”, “Sé que cuando ustedes golpean a otro niño es porque algo les está pasando” (ayuda a los niños a identificar las emociones), “Seguramente a ustedes no les gusta que… Lo veo en sus rostros por el ceño fruncido”, “Comprendo lo triste (o difícil) que es para un niño de tu edad que… A mí me pasó cuando era pequeño”, “A mí me parece que…” o “Yo pienso que puede ser que…”.

Es un esfuerzo que valdrá la pena cuando nuestros hijos crezcan como adultos con una sólida autoestima, capaces de reconocer sin tapujos sus equivocaciones y con la voluntad y el entusiasmo de crecer y mejorar como personas cada día.

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