Deprimirte es comprimirte

Deprimirte es comprimirte

El análisis que haremos a continuación, tal vez desate críticas y varias cabezas se muevan negativamente, en un principio. Pero será mejor abrir las mentes para comprender este innovador enfoque de una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo: la Depresión.

Comenzaré definiendo este trastorno psicosomático del estado anímico, la depresión es un conjunto de manifestaciones tales como: abandono de las tareas habituales, desgano, tristeza, acompañado por: pérdida de apetito, insomnio, astenia y más. Todos estos síntomas se presentan en forma estable, no referidos a circunstancias normales y pasajeras de crisis. Puede variar desde estados esporádicos de negatividad, que por falta de resolución se van agravando, llegando a un desinterés generalizado por los asuntos que antes se atendían; sentimientos de inferioridad, pérdida de vitalidad, y en un estadio más avanzado, pensamientos suicidas recurrentes, hasta el intento efectivo de terminar con la propia existencia.

Las causas son múltiples: una historia familiar de depresiones conocidas, la pérdida de un ser querido, una mascota, un trabajo, podrían ser muchos los  desencadenantes de un cuadro latente de depresión. Así también se deben considerar las causas físicas, de índole endócrina en su mayoría, una asimilación patológica de la vivencia del parto, las migrañas y otros dolores severos, que afectan en forma permanente la calidad de vida de una persona.

Con total respeto a los diversos tratamientos de la medicina alopática y holística, haré un análisis más profundo acerca de la depresión como visión del mundo. Si se estudia la actitud física que refleja el estado depresivo de una persona, veremos, que se vuelve hacia sí mismo, encorvándose, evitando mirar el entorno en una clara actitud de negación. Por otra parte, al dialogar con ella, comprobaremos cierta obstinación por interpretar cualquier cosa, hecho, circunstancia, palabra o gesto, en forma negativa.

Intuyo en esta actitud, la necesidad imperiosa de reafirmar y retroalimentar la química de la depresión, y en eso me atrevo a fundar mis esperanzas. La persona afectada por la depresión, lucha por sostener la estabilidad de su estado. Quiere decir que hay ciertas grietas en este aparente bloque de conductas. La palabra clave es esta: Lucha. En ella el terapeuta puede sembrar la semilla, allí está la cura, oculta, esperando ser rescatada.

Creo que la depresión es una vuelta hacia sí mismo, queriendo recuperar de alguna manera, el estado fetal. Y esa podría ser una oportunidad para inducir a “recetear” lo que se ha vivido, darse la oportunidad de mirarse muy desde adentro para corregir, mejorar, reconstruir y, lo más importante: dar una nueva proporción y lugar a las cosas, personas, afectos, dolores y alegrías que forman el gran puzzle de nuestras vidas.

Siendo un poco más dura… basta de consuelo, porque creo que consolar,  es fortalecer el sentimiento de autocompasión que define al depresivo, que no le es para nada útil, si el fin es la curación, sanación o mejoría. Y todavía seré un poco más dura, diré que la depresión es también un acto de egocentrismo supremo, el depresivo supone que todo se dirige hacia él, que todo es en su contra, que el mundo no lo comprende y no le da una solución aceptable. Piensa que el mundo debería atender sus quejas y terminar acomodándose a sus expectativas. Esconde cierta soberbia y mucho enojo porque no se puede controlar lo que sucede. La pareja se rompió, el familiar se murió, el hijo partió a vivir su vida. Y cuanto más se cierre, más se comprimirá y menos opciones de salida encontrará.

Por esta razón se me ocurrió una idea que dio excelente resultado entre las personas depresivas con quienes hablo, las cuales continúan sus tratamientos psiquiátricos y psicológicos, pero con una nueva perspectiva.

¿Qué tal si no tienes el monopolio del sufrimiento? ¿qué tal si te asomas a ver existencias realmente carenciadas en afectos, en capacidades, en riquezas elementales? ¿Puedes sostener tu frase de “nadie me quiere” cuando ves un bebé rescatado de la basura luchando por vivir?, ¿puedes quejarte de tu vida, sentado en tu sofá y  escribiendo en las redes sociales acerca de lo infeliz que eres, mientras un discapacitado trepa una montaña con una sonrisa?. ¿De verdad puedes?

Yo digo que la supuesta fortaleza inexpugnable de la depresión es de papel, que se desmoronará a la vista de los que dignifican sus paupérrimas vidas, a fuerza de entregarlo todo. También digo que si dejas de lamentarte y organizas una nueva forma de vivir que se fundamente más en el dar que en el “no recibir”(al que te refieres constantemente, agotando a quienes te escuchan),es decir,  si te vuelves solidario, tu corazón sana por efecto del amor curativo. Sé voluntario y  sé voluntarioso, no esperes a tener ganas, construye tus ganas. Luego observa el efecto que logras al ayudar a otros. Una sonrisa siempre es perfecta para restituirte tus valores como humano de este planeta.

Cuando te entregas solidaria y sinceramente, dejando por un rato tus miserias de lado, generas un flujo de energías, el universo comienza a utilizarte como canal para expresar su omnipotencia. Y cuando comienzas a sentir su poder, te enderezas, miras alrededor, sales de tu cueva interior y te apuesto un par de abrazos, a que sonríes. Porque dejaste de ser el centro y ahora eres parte del «todo», colaboras con él, ya no puedes sentirte solo y participas con gusto de la fiesta de la vida.

Deja de deprimirte, deja de comprimirte y comienza a expandirte! Tu ser te lo agradecerá.

Deprimirte es comprimirte – Artículo sobre salud

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