Islas de basura, amenaza de los océanos

La enorme cantidad de basura no biodegradable que producimos a diario, como plásticos y otros, alcanza al mar en ocasiones. Y es así como se han formado verdaderas islas de basura, que son placas de estos materiales aglutinados por sí mismos, del tamaño de países enteros. Se calcula en nada menos que 1.400.000 km2, la superficie total de las islas, ubicadas en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico. Para figurarse, es el equivalente a la mitad de la Argentina, aproximadamente.

 

 

La primera isla de basura fue descubierta en 1997 por el oceanógrafo Charles Moore, quien no siguió la recomendación de evitar una zona del Pacífico donde no hay vientos y corrientes para navegar. Aunque algunos informes de estas grandes masas de plástico flotante, datan de la década del 70’.

Se trata de millones de toneladas de plástico que giran en el sentido de las agujas del reloj debido a las corrientes. Esta enorme masa de basura no degradable se sitúa entre la superficie y los 30 a 40 metros de profundidad sin ir a ninguna parte. El remolino gigante que es impulsado por las corrientes que impiden que los plásticos se dispersen hacia las costas continentales. Es así que se formaron estos cúmulos de plástico, recogiendo todas las piezas de basura que de alguna forma u otra, alcanzaron el agua oceánica.

Las estimaciones indican que el 80 % de la basura que forma estas islas proviene de tierra firme, mientras que el 20% tiene su origen en las embarcaciones, según el United Nations Environmental Program.

Si bien el plástico parece imposible de disolverse, lo cierto es que al cabo de un año de estar expuesto al sol y al agua comienza a descomponerse, y se convierte en una sustancia altamente contaminante del ecosistema marino, debido a las sustancias tóxicas que libera.

Pero además, los pequeños fragmentos de plástico ingresan en la cadena alimentaria, ya que los peces pequeños se alimentan de ellos, muriendo en ocasiones. El plástico concentra como si fuese una esponja a los metales pesados, y es así que los peces más grandes, al comerse a los pequeños, introducen metales contaminantes en la alimentación humana.

Las aves también comen equivocadamente los restos de plástico, se calcula que aproximadamente un millón de aves marinas y cien mil mamíferos marinos mueren a causa de la ingesta de plásticos cada año. Un reciente estudio realizado en el Pacífico Norte, encontró que 8 de cada 11 aves muertas fueron encontradas con plásticos en el estómago.

Otro problema ecológico es que estos restos plásticos flotantes pueden transportar microbios y microorganismos de unas zonas a otras donde nunca habían estado, lo cual hace que muchas especies perezcan a causa de infecciones no habituales.

Finalmente, afectan al proceso de fotosíntesis habitual de las algas y al zooplancton, que altera la producción de oxígeno, y desequilibra todo el estado del ecosistema.

Se han planteado diversas soluciones a estas islas de basura, pero ninguna fue puesta en práctica hasta ahora. Desde una muy simple, la de vender todo ese plástico a las industrias que lo reutilizarían, hasta utilizar unas esferas aspiradoras de grandes dimensiones, pero al tratarse de aguas internacionales, nadie se hace cargo verdaderamente de la limpieza de las islas de basura.

Lo más grave de todo es que en la medida en que seguimos produciendo basura plástica y no la reciclamos, estas islas continuarán en franca expansión.

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