Un descubrimiento impactante e inesperado en Guatemala aporta información nueva e importante sobre la feroz rivalidad entre dos superpotencias durante el apogeo del Imperio Maya, hace unos 1,500 años. Investigadores del sitio El Achiotal, en la región del Petén guatemalteco, encontraron un monumento de piedra fracturado que podría representar a un señor vasallo local (ajaw) designado por Siyaj K’ahk (“Fuego que nace” o “Nacido del fuego”), rey guerrero de Teotihuacán, poderoso centro político, militar, económico y cultural de la era prehispánica, localizado cerca de la actual Ciudad de México.
Inesperado hallazgo Maya en Guatemala
Las huestes de Siyaj K’ahk llegaron a las tierras bajas de Tikal en el 378 d.C. Depusieron a los gobernantes de aquella gran ciudad-estado y establecieron un nuevo orden político en todo el Imperio Maya, dejando un legado que aún debaten los eruditos modernos.
El Proyecto Arqueológico Regional La Corona, codirigido por Marcello Canuto, director del Instituto de Investigación Mesoamericana de la Universidad de Tulane y Tomás Barrientos, director del Departamento de Arqueología de la Universidad del Valle de Guatemala, anunció el descubrimiento durante una reciente conferencia de prensa en Guatemala.
Becario de Jóvenes Exploradores National Geographic y estudiante de posgrado en Tulane, Luke Auld-Thomas pensó que pasaría toda la temporada de excavaciones 2015 investigando uno de los edificios más antiguos de El Achiotal, construido en el periodo Preclásico Medio o Tardío (800 a.C.-250 d.C.), cuando las ciudades-estado mayas comenzaban a surgir en la región del Petén guatemalteco.
“Excavábamos unidades de prueba, buscando una escalera”, recuerda Auld-Thomas, “cuando un excavador que trabajaba en una unidad salió de un agujero que recién había cavado y nos dijo que había visto algo que parecía una estela”. Las estelas son monumentos de piedra tallados, distintivos del periodo Clásico Tardío (250-950 d.C.).
“Muy sorprendidos, fuimos a dar un vistazo y nos encontramos con el rostro de un rey que nos miraba directamente”, prosigue Auld-Thomas. “Los antiguos mayas lo habían situado con mucho cuidado para que asomara por la puerta, como una pieza de museo en un escaparate”.
“Jamás imaginamos que hallaríamos una estela”, agrega Canuto, quien comenzó a investigar el sitio, en 2009, con una beca de la Sociedad National Geographic/Waitt y consideraba que El Achiotal data, eminentemente, del periodo Preclásico Tardío (400 a.C.-250.d.C.).
Al proseguir con la excavación, los arqueólogos descubrieron dos fragmentos de estela que componen la parte superior e inferior de un monumento, el cual fue retirado de su ubicación original –probablemente del frente de un templo- y colocado en un pequeño altar rodeado con ofrendas de cerámica, pedernales y huesos humanos. El fragmento superior de la estela contiene la imagen parcial de un hombre que sostiene un cetro de serpiente, símbolo tradicional del rey.
El inesperado hallazgo deja la puerta abierta para continuar en búsqueda de nuevas sorpresas.
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