Con el mundial finalizado, en poco tiempo más comenzarán los torneos de las ligas de los diferentes países, un momento especial donde los fanáticos comienzan a sufrir por el devenir de sus respectivos equipos. Es que en el mundo convulsionado en el que vivimos, el fútbol termina siendo un motivo más por el que surge el estrés.
El fútbol es uno de los deportes más populares del mundo, y capaz de generar en los espectadores un sentimiento de unión, de fuerza y energía de dimensiones incalculables, que hace que los espectadores consideren a su equipo como una parte importante de sus vidas. Por el mismo motivo, las malas rachas del equipo, o situaciones decisivas como las instancias finales de los diversos torneos y copas en disputa, pueden afectar seriamente la salud emocional y física de los aficionados.
El estrés, la ansiedad o la agresividad son lamentablemente habituales en el ámbito deportivo, tal como señalan algunos estudios al respecto. De no tomarse las medidas necesarias para controlar estos estados, las consecuencias para la propia salud pueden ser considerables.
Lo primero es poner cada cosa en su lugar. El fútbol es lo que es: entretenimiento, deporte, juego. No se puede vivir una derrota del equipo como la pérdida de un ser querido, ni poner al fútbol por encima de la familia, del trabajo ni de la propia salud.
Otra buena idea es practicar algunos ejercicios de relajación, a los que echar mano cuando durante un partido o después, los nervios y el malestar se hagan fuertes. Es una manera de mantener el estrés a raya y no permitirle que nos afecte más de la cuenta.
En casos extremos, el fútbol y más que nada el fanatismo es una manera de tapar otros conflictos de la persona. Vuelca tanta importancia y atención en este deporte, debido a falencias en la propia vida. Quizá ante frustraciones en los ámbitos personales – trabajo, pareja, familia, relaciones sociales – muchos encuentran en el fútbol una satisfacción y un consuelo, pero al mismo tiempo, terminan viéndose perjudicados seriamente ante cualquier resultado adverso. En este caso, quizá una terapia psicológica se hace necesaria para poder canalizar las frustraciones en el ámbito correcto, devolviendo al fútbol al lugar que corresponde.
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