Cuando la enfermedad se vuelve un hábito… habla el sistema inmunológico

Habla el sistema inmunológico. Salud y bienestar.

Cuando la enfermedad se vuelve un hábito… habla el sistema inmunológico

Habla el sistema inmunológico. Salud y bienestar.

 

Si sueles enfermarte recurrentemente, si una serie de síntomas molestos se repite sin que puedas evitarlo, si te la pasas entre antihistamínicos y antibióticos, alergias, gripes, dolores, digestiones imposibles, quistes inexplicables, fiebre, nerviosismo u otras formas. Entonces es seguro que encontrarás algunas respuestas en este artículo.

Nuestra naturaleza es inteligente, el organismo cuenta con líneas de defensa que actúan protegiendo las células de diferentes enemigos, como los hongos, las bacterias, virus, parásitos, ejerciendo la adecuada acción según la intensidad del ataque. Un sistema inmunológico sano depende de varios factores:

A: El primer aspecto es la nutrición, importantísima a la hora de definir con qué armamento contaremos para optimizar las defensas. Hoy contamos con una gran variedad de suplementos nutricionales que se presentan en forma de pastillas, batidos, polvos, inyecciones, y no diré que no son útiles, en la vida moderna, rara vez consumimos regularmente alimentos tan variados que nos permitan adquirir la cantidad necesaria de vitaminas, proteínas, minerales, etc. Así que los suplementos pasan a ser una herramienta necesaria para complementar una cultura alimentaria pobre en nutrientes y en variedad. Sin embargo, como no es bueno resignarse a condiciones que no son óptimas, quiero recalcar que es mejor prestar una mayor atención a los alimentos, diversificándolos, llevando a la mesa la mayor cantidad de colores y sabores, porque sobre esa premisa, no sería imprescindible recurrir a ayuda suplementaria.

Es necesario contar con buenos aportes de minerales como selenio, zinc, cobre, y de las vitaminas A, E, C. así el sistema antioxidante se mantiene activo, impidiendo el envejecimiento celular.

B: El segundo aspecto es la desintoxicación: la vida urbana nos expone a miles de toxinas, diariamente incorporamos metales pesados, venenos ocultos en los gases, alimentos fumigados por compañías irresponsables, elementos transgénicos, alimentos contaminados con plásticos, bebidas con conservantes, cosméticos tóxicos, fibras textiles tratadas con tinturas y procesos que no conocemos y que afectan nuestra piel. Incluso el ambiente en el que nos movemos ha sido afectado por más radiaciones de las que imaginamos, debido a la excesiva emisión de ondas de todo tipo. El hombre urbano está atorado en el mundo que ha creado y sufre las consecuencias.
Nuestra inmunidad está seriamente afectada por la tóxica forma de vivir que elegimos.

C: El tercer aspecto es el sedentarismo: la rutina, las múltiples tareas en las que nos involucramos, la respuesta depresiva ante un entorno que nos avasalla, la distracción constante que nos provee la tecnología, nos lleva en cinta transportadora hacia un envejecimiento generalizado.

Las enfermedades son producto de la acumulación de estos tres factores, los cuales infieren directamente en la generación de radicales libres. Qué son los radicales libres? Moléculas de oxígeno a las que les falta un electrón, y no dudan en robar el electrón que no tienen, ya sea a una proteína, la grasa e incluso a una molécula de ADN. Un radical libre es útil en circunstancias saludables para combatir una bacteria o metabolizar nutrientes. Pero si la situación se descontrola, el radical libre podrá desencadenar enfermedades como: Alzheimer, glaucoma, diabetes, artritis, cáncer y muchas más.

La mala nutrición, la contaminación adquirida, el sedentarismo y una falta de atención sobre nuestro estado de salud general, activan la producción de radicales libres.

Algunos de los elementos que producen radicales libres y por ende, envejecimiento son: tabaquismo, alcohol, carnes rojas, drogas, grasas saturadas e hidrogenadas, radiación, contaminación, estrés.

El sistema antioxidante puede ser nuestro aliado a la hora de combatir la multiplicación de radicales libres y mermar el daño. Para apoyar al sistema antioxidante podemos contar con una batería de soportes:
Consumir alimentos ricos en antioxidantes como frutas frescas, verduras, cereales, nueces, almendras, legumbres, entre otros.
Utilizar hierbas como tomillo (antibiótico natural), jengibre, ajo, salvia, romero, para condimentar sus comidas. Estas hierbas tienen buena calidad antioxidante. Si decides continuar siendo omnívoro y comes carnes, elige carnes blancas, de bajo contenido en colesterol, como el conejo , el pavo, el pescado fresco. Los huevos de granja, sobre todo los llamados “huevos araucanos”. Si el producto que comes no es de consumo tan masivo, es más probable que el proceso de crianza no incluya hormonas de crecimiento rápido. Aléjate de pollos alimentados con hormonas y de los embutidos industriales.

Puedes mejorar la oxigenación de los tejidos a través de la práctica de ejercicios aeróbicos y anaeróbicos, estimulando la circulación y fomentando la desintoxicación. También meditando, complementando con suaves ejercicios de optimización respiratoria, así aumentarás el flujo de oxígeno en todo tu organismo.

Recuerda que las bacterias, hongos, virus y parásitos necesitan que te quedes muy quieto frente a tu pantalla, para poder progresar. Si les das buenas dosis de comida chatarra e inactividad, te aseguras un futuro de enfermedades de todo tipo. Pero si a estos sátrapas invasores de tu organismo, los bombardeas con buena cantidad de oxígeno, nutrientes y movimiento suficiente, no sobrevivirán, el mejor antídoto contra la enfermedad es que te decidas a lograr una buena calidad de vida y la defiendas con convicción.

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