¿Qué provoca las adicciones?

Es cada vez más evidente el incremento de las adicciones en las sociedades occidentales durante este siglo. Mucho se habla sobre la necesidad de políticas dirigidas a luchar contra el narcotráfico en diversos puntos del planeta. También son innumerables las campañas publicitarias tendientes a evitar el consumo de tabaco y alcohol. Otro tanto se hace con el juego.

Sin embargo, día a día la realidad nos demuestra que las adicciones a sustancias tóxicas, como las nombradas o al juego, se extienden en diferentes sectores sociales. Evidentemente, la existencia de este tipo de productos lleva a que muchas personas comiencen a consumirlas y en un periodo de tiempo, puedan desarrollar una adicción.

De todas maneras, no todas esas personas que tienen contacto con estupefacientes, alcohol o tabaco se vuelven adictas a ellas. ¿Cuál es el factor determinante para desarrollar una adicción? Recientemente, un libro publicado en Estados Unidos (http://www.chasingthescream.com/) ha revolucionado la habitual manera de encarar la problemática de las adicciones.

Para ello, reúne experiencias y relatos de su autor, además de resultados de experiencias científicas en torno a las drogas y sus efectos en los seres humanos. La teoría que se propone desde el libro, basada en datos científicos y también empíricos, es que  más que una “guerra contra las drogas” tenemos que cambiarnos a nosotros mismos.

Básicamente cuando nos preguntamos ¿cuál es la causa de las adicciones? Respondemos: las drogas, sustancias químicas muy adictivas que desarrollan en nuestro cuerpo una adicción, creando una dependencia. Esta teoría se sostenía en base a experimentos que se desarrollaron en los años ‘70 y ‘80 con ratas de laboratorio. A las mismas se las colocaba en una jaula con dos botellas de agua, una de ellas contenía heroína, la otra solo agua. Casi siempre, la rata se obsesionaba con el agua con droga y volvía a consumirla tantas veces, hasta que finalmente moría.

Pero Bruce Alexander, un profesor de psicología de Vancouver, construyó un parque para ratas, una jaula en la que los roedores tenían pelotas de colores y túneles para corretear junto a muchos amigos. Allí mismo, colocó las dos botellas de agua similares a las anteriores. El resultado fue sorprendente: todos los animalitos probaron los dos botes de agua, a las que llevaban una buena vida no les gustó el agua con droga, la probaron solo algunas veces y ninguna murió. Sin embargo, las ratas que estaban solas e infelices se hicieron adictas.

Los seres humanos también vivimos situaciones parecidas, por ejemplo en los hospitales mucha gente recibe heroína como calmante por un largo período. La heroína que da el médico tiene una pureza y potencia mucho mayor que la  que se consume en la calle. Por tanto, si la antigua teoría de la adicción es cierta -las drogas la provocan; hacen que el cuerpo las necesite-, entonces  mucha gente, al salir del hospital, iría por las calles pidiendo heroína para seguir con su hábito.

La misma droga, utilizada durante el mismo período de tiempo, convierte a los usuarios de la calle en adictos desesperados. Los adictos callejeros son como las ratas de la primera jaula, aislados, solos, con una sola vía de escape a su disposición. El paciente médico es como las ratas de la segunda jaula: vuelve a casa, a una vida rodeada por la gente que ama. La droga es lo mismo, pero el entorno es diferente.

El profesor Peter Cohen defiende que los seres humanos tienen una necesidad profunda de apego y de crear vínculos, así obtenemos satisfacción. Si no podemos conectar con las personas, conectaremos con cualquier cosa que encontremos. Afirma que deberíamos dejar de hablar sobre «adicción» en general,  para empezar a hablar de «apego». Un adicto a la heroína se ha volcado a ella porque no ha podido vincularse con otra cosa hasta ese momento. Por tanto, lo opuesto a la adicción no es la sobriedad. Es la conexión humana.

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