La última revolución del entretenimiento en imágenes es el moderno formato tridimensional digital, que permite tanto en cine como en modernos televisores de uso hogareño, acceder a una calidad de imagen antes impensada, donde casi tenemos la percepción de estar en el lugar mismo donde transcurre la acción. Sin embargo, las fabulosas imágenes en 3D no pueden ser disfrutadas por algunas personas.
Luego de diversos intentos por crear imágenes tridimensionales de calidad – muchos recordarán los anteojos rojo-azul de los años 80’ – fue hace aproximadamente una década cuando se estrenó “Expreso Polar” de Robert Zemeckis, y entonces los espectadores se maravillaron de los efectos, como por ejemplo ver los diminutos copitos de nieve volar en el aire ante sus ojos.
Sin embargo, entre el 8 y el 12 por ciento de las personas no pueden disfrutar del efecto tridimensional, o les resulta imperceptible, porque tienen inconvenientes que les impiden procesar visualmente estas imágenes tan complejas.
Es necesario entender este proceso, en primer lugar: en las imágenes 3D, dos imágenes son generadas simultáneamente y enviadas para los lentes, que las separan para que cada ojo vea apenas una de ellas.
El cerebro se encarga de realizar la fusión binocular, uniendo las imágenes y generando la sensación tridimensional.
Pero para un 5 al 8 por ciento de las personas, es imposible convertir una disparidad binocular en una información de profundidad, por lo tanto no pueden apreciar ningún efecto 3D en una película RealD o IMAX, sin importar la calidad de la proyección.
Entretanto, entre el 20 y 30 por ciento de las personas sufren molestias al ver este tipo de imágenes, desde cierta incomodidad a un verdadero malestar que genera mareos, náuseas y dolor de cabeza.
Ciertas patologías oculares como la ausencia de visión de un ojo o la ambliopía – llamada también ojo vago, donde uno de los ojos tiene dificultades para enfocarse que son compensadas por el otro ojo, hacen que no se pueda ver imágenes en 3D.
Luego, existen ciertas personas que quizá ni siquiera tienen un problema visual reconocido, pero que no pueden apreciar las imágenes tridimensionales.
Las imágenes recurren a una habilidad visual llamada estereopsis o Visión en 3D o Visión tridimensional. Los globos oculares rotan hacia dentro (hacia la nariz) a medida que un objeto se acerca, como ocurre al mirar la punta de la nariz. En este caso, el cristalino – que funciona igual que la lente de una cámara – cambia su forma para mantener el objeto enfocado y claro. Estos dos movimientos se llaman “convergencia” y “acomodación” respectivamente. Están asociados y en la vida normal ocurren de forma automática.
Las imágenes en 3D generan una situación artificial y forzada, en la que se debe hacer uno de los movimientos, el de la convergencia, pero no el de acomodación, para ver el efecto tridimensional. El sistema visual de muchas personas tiene dificultad para realizar en forma automática este cambio en su forma de trabajar. En algunos casos, con terapia visual se puede resolver el problema, en otros el ojo se ajustará solo luego de algunos minutos.
El problema está en la llegada de este tipo de equipamiento a los hogares, pues permanecer muchas horas mirando en 3D puede forzar demasiado la vista, generando fatiga ocular y molestos síntomas como jaquecas y mareos – aún entre quienes no tienen problema con el 3D. En el caso de niños menores a seis años, cuya vista está aún en formación, es aún más importante limitar la exposición a estas imágenes a una situación ocasional, para evitarles problemas visuales futuros.
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