¿Cómo superar del síndrome del “nido vacío”?

Los hijos crecen, se van a vivir solos o se casan, forman sus respetivas familias y poco a poco el hogar familiar va quedando solamente para los padres que comienzan a padecer el tan tradicional y famoso síndrome del nido vacío.

Claro que son sobre todo las madres quienes se ven más afectadas por tanta ausencia y por el cambio brusco de la rutina diaria sin saber qué hacer ahora. ¡Que no cunda el pánico! Todo se acomoda, y la armonía vuelve a reinar, tomando protagonismo  una nueva etapa que habrá que saber cómo vivir y disfrutar.

Si ya los hijos han tomando un nuevo rumbo y los padres están solos y se sienten muy mal, también se recomienda un breve tratamiento pero a decir verdad como se dijo, una nueva etapa comienza y hay que aprender a vivir de a dos disfrutando de los nuevos momentos, espacios, tiempos, y además la familia luego se agranda porque llegan los yernos, las nueras y todo el mundo visita la casa en donde no ha de faltar un rico asado un fin de semana. También los padres pueden visitar a sus hijos o hacer algún tipo de salida. Siempre el lazo continúa.

En cuanto a los ambientes  vacíos que han dejado los hijos, es aconsejable remodelarlos, cambiarlos o modificarlos de acuerdo a las necesidades  que a partir de ahora se tengan.

Claro que siempre es mejor prepararse. ¿Cómo? En caso que ya con tiempo se sepa acerca de los planes de los hijos, y cuando será aproximadamente la partida del hogar familiar, no hay que ponerse triste, sino apoya a los hijos y dejarlos volar pues así ellos se sentirán más animados y luego la vida entre  hijos y padres será muy natural y dentro de un clima de suma confianza en donde se podrán compartir muchas cosas.

Al principio se ha de notar la ausencia pero para ello hay que pensar en lo bueno, en lo que viene. Habrá espacio para que como pareja se viva más intensamente, se puedan realizar cosas que habían quedado postergadas, y en cuanto a las madres que son quienes están más en el hogar será la hora de buscar nuevas actividades fuera, y hacerse de un buen núcleo social.

Cuando todo se conversa, se dialoga con los hijos, hijas la cosas se encaminan mucho mejor. No hay lugar para la tristeza. Los hijos jamás se despegan de los padres y el amor sigue siendo el mismo, aun más si se saben contenidos y apoyados en sus proyectos.

Por ello también se insiste en modificar la casa, en no dejar todo como cuando estaban haciendo unas suerte de santuario, sino a cambiar mueles de lugar, a agrandar alguna habitación o sala para que cuando lleguen con sus amigos o su apareja a visitar la casa paterna, se sientan alegres y pasen todos una jornada más que agradable contándose más de cien cosas porque no han de bastar las preguntas sobre todo de las de las madres.

De esta manera los hijos saben que sus padres se encuentran bien,  no se han de sentir culpables y siempre habrá un motivo para pedir un consejo, para contar una novedad, etc. Hay que aprender día a día a gozar de esta nueva vida sabiendo que hasta es posible que muy pronto lleguen los nietos y ¿qué mejor regalo?

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