Creer o Reventar: las Teorías Conspirativas más famosas de la historia (parte I)

Cuando de paranoia se habla, las llamadas Teorías de la Conspiración constituyen el primer ítem en la lista. La modernidad y el período post guerra a mediados de siglo no sólo trajo una de las carreras armamentísticas más furiosas de la historia junto a un juego de espías intercontinental, también trajo aparejado una serie de nuevos problemas de la mano de nuevas ideas: el feminismo inició el debate de la guerra de los sexos, los “nuevos” derechos civiles sentaron las bases para una lucha contra el racismo, la carrera espacial hizo latir la pregunta de si estamos realmente solos en el universo en el corazón de todo hombre y mujer del planeta.

Fueron tiempos difíciles y llenos de cambios feroces que hicieron tambalear los cimientos de todo lo que convencionalmente se conocía como sociedad. En esta hoguera nacen dudas, descreimientos y cuestionamientos sobre posibles “mentiras” a gran escala y “manipulaciones masivas”. Nacen las Teorías de la Conspiración, creer o reventar. 

 

El asesinato de Kennedy

Una de las teorías conspirativas que más ha atrapado mi atención es la que ronda en torno al asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy, no sólo por las implicaciones políticas, sino por lo trágico del evento en términos sociales para la época. El 22 de noviembre de 1963, JFK se disponía a pasear por el centro de Dallas junto a su esposa y el convoy presidencial, mientras saludaba a los ciudadanos desde el asiento trasero de su convertible. De repente, una ráfaga de fuego cruza la calle desde un grupo de apartamentos. JFK es herido en el cuello, la espalda y el disparo fatal de la cabeza.

Se arrestó a Lee Harvey Oswald, quien a su vez fue asesinado dos días después, en medio de un traslado policial, en venganza popular. Lo que ha desvelado a millones de personas es la probabilidad de que existiera un segundo tirador –algunos llegaron a contar hasta un tercer tirador-. Algunos creen que Oswald era o un chivo expiatorio o que trabajaba para el FBI, la CIA –en venganza por Bahía de Cochinos-, la KGB o la mafia -su hermano estaba tomando duras medidas en contra del crimen organizado-. Al día de hoy continúa el debate sobre el número de tiradores del nefasto día, el sitio desde donde dispararon y quién se encontraba realmente detrás del asesinato del presidente Kennedy. JFK fue un hombre remarcable como líder político.

Su política exterior se fijaba con toque suave, incluso estaba en marcha un cese de fuego en Vietnam que JFK deseaba. A su vez, impulsaba un esfuerzo nacional para erradicar el racismo de la mano de nuevas legislaciones en derechos civiles, mientras que dejó todos los esfuerzos que hicieron posible cumplir luego su promesa de “poner un hombre en la Luna”.

 

La hipótesis del tiempo fantasma

Cuando el Dr. Hans-Ulrich Niemitz presentó su ponencia sobre el “la hipótesis del tiempo fantasma”, comenzó aclarando que su idea era “poco convencional”:

  1. Hace cientos de años, nuestro calendario fue contaminado con 297 años que nunca ocurrieron;
  2. Este no es el año 2005, sino 1708;
  3. Los creadores de esta hipótesis no están chiflados.

Es una de las Teorías de la Conspiración más atrapantes, porque si bien se puede comprobar científicamente, la misma hipótesis critica la veracidad de los medios para comprobarla. Esta hipótesis sugiere que la temprana Edad Media (614 a 911 dC) nunca sucedió, sino que se añadieron al calendario hace tiempo, ya sea por accidente, por una mala interpretación de los documentos, o mediante la falsificación deliberada de los conspiradores.

Esto significaría que todos los artefactos atribuidos a esos tres siglos pertenecen a otras épocas, y que todos los eventos que se cree que se han producido durante ese mismo período se produjeron en otros momentos, o son mentiras absolutas. Por ejemplo, un hombre llamado Heribert Illig, uno de los principales proponentes de la teoría, cree que Carlomagno era un personaje de ficción. Pero, ¿en qué evidencia se basa esta teoría tan descabellada?

Pues, pareciera que en 1582, el calendario gregoriano que todavía usamos fue introducido por el Papa Gregorio XIII para reemplazar el calendario juliano –que ya había quedado obsoleto-. El calendario gregoriano se diseñó para corregir una discrepancia de diez días causada por el hecho de que el año Juliano fue de 10,8 minutos más largo. Pero por las matemáticas de Heribert Illig, los 1.627 años que habían pasado desde que el calendario Juliano comenzó deberían haber acumulado una discrepancia de trece días -un error de diez días sólo habría tomado 1.257 años-.

De esta manera Illig y compañía fueron a la caza de otras lagunas en la historia, y se encontraron algunas. Por ejemplo, una laguna en la construcción de Constantinopla (558 dC – 908 dC) y una brecha en la doctrina de la fe, especialmente la brecha en la evolución de la teoría y el significado del purgatorio (600 dC hasta 1100). De todos estos datos, se han convencido de que en algún momento, el año natural se incrementó en 297 años sin el correspondiente pasaje del tiempo. Una teoría por demás de interesante y curiosa, aunque es lamentable que la mayoría de los materiales en relación con esta teoría estén escritos en alemán y no se encuentren disponibles muchos ejemplares traducidos.

Continúa en Creer o Reventar: las Teorías Conspirativas más famosas de la historia (parte II)

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