Acerca de los prejuicios sobre la fertilización asistida

Acerca de los prejuicios sobre la fertilización asistida

Acerca de los prejuicios sobre la fertilización asistida

Prejuicios sobre la fertilización asistida. Salud y bienestar.

 

Las estadísticas van en aumento y son cada vez más las parejas argentinas que asisten a consultas a causa de problemas para procrear. La Organización Mundial de la Salud señala que 1 de cada 10 parejas tiene dificultades para concebir, un porcentaje importante no lo consigue, y acude a la fertilización asistida.

Afortunadamente se ha contemplado y garantizado, desde la ley 26.862, la cobertura de una necesidad constitutiva de los seres humanos como la de ser madres o padres a aquellas personas que no pueden serlo por medios naturales.

Dicha ley posibilita que todos tengamos acceso a la reproducción, médicamente asistida, de forma gratuita.

A pesar de este avance, aun queda mucho camino por recorrer y obstáculos por sortear. La primera piedra que deberemos pasar por alto, o destruir si es necesario será, sin duda, la del prejuicio.

Sabemos, desde que comenzamos a tener uso de razón, que las funciones ejercidas por los padres forman parte de nuestra construcción del mundo y de lo que queremos ver de el. Desde niños imitamos estas figuras y sus actividades cotidianas y es allí donde tan fuertemente se arraiga en nosotros la idea de familia; de una mujer o un hombre e hijos.

A diferencia de mucho tiempo atrás, la posibilidad de cambio no está sólo en manos unos pocos, sino que reside en la lucha de muchos, más allá de la bandera política que cada uno lleve.

Lo que no ha acompañado a estas reformas -que contienen un abanico amplio de posibilidades- -es el cambio de mentalidad o de pensamiento acerca de las nuevas realidades que se han generado en este nuevo siglo.

Este es el caso de los prejuicios acerca de la fertilización asistida y el mundo de opiniones encontradas que la rodean. Estas conforman una pista de aterrizaje forzado del ánimo de quienes afrontan esta decisión, tan válida como la de formar una familia por vías naturales.

Esto es así porque no estamos preparados para tales situaciones, no existe en el “diccionario de las pautas familiares” información al respecto y por lo tanto crecimos con una sola idea de familia.

La idea transmitida culturalmente, generación tras generación, que sitúa al padre o progenitor como hombre o “macho” proveedor -si nos atenemos a su significado más escueto como semental, viril, potente, etc.- y de la mujer como madre hace que confundamos estos conceptos y que hagamos de uno sinónimo del otro.

No obstante, ser madre o padre está enlazado a una función o rol que asumimos, indistintamente de quien sea el que lo ejerza. Discutible o no, son innumerables los casos, incluyendo las adopciones, de niños criados por personas que no son sus padres biológicos.

Sin duda, los prejuicios que envuelve toda esta situación, la lleva a ser más estresante. La identidad, tanto de hombre o mujer que traemos, se ve en aprietos a la hora de hablar de fertilidad, y la impotencia al no ver resultados obstaculiza una mirada clara y consciente de una nueva realidad a solucionar.

Es así común ver a las parejas ocultar durante mucho tiempo los inconvenientes que atraviesan en la búsqueda de un bebé. La sola idea de comenzar un tratamiento de fecundación in vitro produce, en principio, rechazo y negación. Lleva algo de tiempo comenzar a verlo como lo que es, una grandiosa oportunidad.

Por todo ello, cuando la evolución del pensamiento sea un hecho, queden atrás los prejuicios y se produzca una verdadera apertura mental, talvez podamos entender que las circunstancias que nos atraviesan hoy no son peores, ni mejores a las de otras personas, son diferentes. Que ser padre o madre no pasa solamente por el acto de la reproducción o por llevar un niño en el vientre, sino que estamos hablando de un acontecimiento que es infinitamente más amplio y que no puedo reducirse nunca a conceptos como la fertilidad o infertilidad.

Para ser padres lo único indispensable es el amor y el compromiso de por vida con un ser al que llamaremos hijo.

Sea el primero en comentar

Deje un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*