Tal vez se te las arreglaste para interrumpir esa compulsión de soñar despierto y “volar por la luna de valencia”. Nadie va a negar que durante el día se nos escapan muchos momentos. En especial por la incesante golpeteo del celular avisándonos de un nuevo mensaje, la intespestuosa catarata de noticias que corre en el mundo sin parar, o quizás un momento soñando con ganar la lotería.
Es por ello que hace un par de semanas se ha publicado un estudio sobre la psicología de la distracción, en donde el profesor de Daniel Gilbert utilizó una aplicación de iPhone para interrumpir a miles de personas, en repetidas ocasiones. Con ello descubrieron que casi la mitad de las veces, su mente había estado vagando hacia otro lado, en lugar de estar pensando en lo que estaban haciendo.
También se les pidió que calificaran su estado de ánimo, lo que reveló que “perder el hilo de pensamiento” no era aún muy divertido: la gente era más feliz cuando se centraba en el presente y no estaba a la deriva en un mundo de fantasía. Hasta ahora, los resultados son muy intrigante, pero guardan una lección. “Vivir en el momento o ser infeliz”, abrazar el momento. Estar aquí, ahora.
A lo que uno tiene derecho a responder: sí, pero ¿cómo exactamente? Los beneficios de vivir en el momento presenta no son el problema aquí. La mayoría de los psicólogos están de acuerdo con los budistas y los gurús New Age en cuanto a que pasamos demasiado tiempo de nuestras vidas centrados en el futuro o en el pasado, por lo general en la presunción de que algún momento en el futuro cercano que “realmente será importante”.
Casi todo el estrés y la ansiedad proviene de estas “proyecciones mentales”, rara vez se tiene algún problema en “este momento”. Sin embargo, nada de esto explica cómo vivir en el persente, y tratando de no hacerlo puede resultar contraproducente.
Ponerse “de acuerdo con uno mismo” y resolver estar completamente presente mientras te encaminas en la vida no es del todo “sano”. Cada uno es responsable de aprovechar sus momento con autoconciencia, la pérdida de tu concentración puede ser algo terapéutico si necesitas un momento “para desenchufarte”. Pero de seguro que no es útil si estás planchando una camisa.
Un truco es abordar el problema a la inversa: si tratar de estar presente no funciona, al menos puedes tomar medidas para interrumpir tu distracción, en el caso de que sea “involuntaria”. En su novela La Isla, Aldous Huxley evoca una utopía cuyos residentes se han entrenado para gritar, sacudiendo de nuevo a la conciencia: “atención aquí y ahora”. Por ello, la sugerancia podría ser que busques alguna acción recurrente, como entrar en una habitación, escuchar una canción y utilizar ésto como una señal para “volver”.
En última instancia, sin embargo, la solución puede estar en una noción que ponga más fuerza en el poder del Ahora, donde la idea no es tratar de estar “en el presente”, tanto como que te des cuenta de que siempre, inevitablemente, estás en el presente. Desglocemos este concepto: el problema no son “los viajes” que damos a un “mundo de fantasía” en nuestras mentes; sino que la cuestión reside en que, en un nivel de conciencia innato comprendamos, en todo momento, que realmente SIEMPRE vivimos el ahora, el presente.
Incluso cuando estás preocupándote por el futuro, o lamentando el pasado, lo estás haciendo ahora. Esta perspectiva es la de la liberación: en lugar de suprimir tales pensamientos en un vigoroso esfuerzo casi imposible y contraproducente para “estar presente”, se los ve como lo que son, historias que revolotean en el presente (y ésto las hace de repente mucho menos angustiantes).
Nunca ocurre nada excepto el ahora. Por ello, no luches para “salir” de tal o cual estado (“salir del futuro”, “dejar de asumir hipotéticos”, “entrar en el presente”), ya que siempre te encuentras en un único estado: el presente.
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