TDAH ¿Realmente existe el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad Infantil?

Se denomina así a un trastorno en la conducta que imprime al individuo hiperactividad, impulsividad y dificultad para concentrarse y sostener la atención.

Este conjunto de actitudes y conductas, complican la manera en que se relaciona con su entorno, la forma en que expresa sus emociones, y por supuesto su capacidad para realizar su aprendizaje.

Si estos síntomas aparecen antes de los siete años, sin que exista alguna razón evidente de otra índole, y el niño, joven o adulto ve afectada su vida debido a este trastorno, los médicos consideran que se trata de esta enfermedad conductual.

Según consideran los especialistas, se debería a un desequilibrio en las cantidades de dopamina y noradrenalina, neurotransmisores que determinan el autocontrol.

En medio de muchísimos estudios y estadísticas, acerca de la población infantil afectada por esta enfermedad, su descubridor, León Eisemberg, lanzó una bomba, justo antes de morir, en el año 2009, declaró que el Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad Infantil, es una enfermedad ficticia.

Tal como lo están leyendo, una enfermedad tratada como postencefálica, aun cuando el niño no hubiera sufrido encefalitis, fue objeto de decenas de tratamientos desde la década de los 30.

Luego, en los 60, el mismo Eisemberg, decidió argumentar que las causas del TDAH eran genéticas, esto dejaba más tranquilos a los padres, los liberaba de la culpa, no era la crianza, sino un factor hereditario, el causante de esta enfermedad.

La industria farmacéutica ha ganado millones desde entonces, gracias a los tratamientos con medicamentos y una verdadera red de instituciones, respaldaron esta posición, tanto desde la familia como desde las escuelas, y por supuesto desde los consultorios psicopedagógicos.

Tal  como dijo Eisemberg,” es más fácil recetar una pastilla que desentrañar las causas psicosociales  y emocionales, que llevan al niño a este desequilibrio”.

La vida moderna ha llevado a una atomización de la familia, colocando al individuo en una posición sin respaldo psicoemocional, a una temprana edad.

La falta de acompañamiento real de los adultos, debido al exceso de tareas laborales, el estrés y el poco tiempo libre, determinan que el niño crezca con pocas herramientas básicas, interiores.

A este panorama, de soledad individual, le agregamos la súper estimulación mediática, tecnológica y la interacción con otros niños en semejantes condiciones.

Bajo estas condiciones, el niño se interna en un escenario negativo, la escuela, generalmente le transmite contenidos obsoletos, desfasados de la realidad del niños y sus necesidades actuales.

Los niños con gran inquietud, suelen tener coeficientes intelectuales altos, necesitan alimentar su curiosidad, precisan desafíos constantes a su creatividad e inteligencia.

En lugar de esto, la institución lo envía a terapia psicopedagógica y el pequeño, termina medicado, calmado y dócil, pero apagado.

Son niños que requieren más preguntas que respuestas, necesitan buscar el saber, investigar, en lugar de acopiar información ya elaborada, porque su mente busca estímulos a su medida.

Se ha sabido de muchos casos en que niños con supuesto TDAH, resultaron ser genios en matemáticas, en música o en idiomas.

La clave primordial es recuperar el vínculo familiar real, que no se limita a proveer sustento y bienestar material.

El niño se construye sobre un cimiento de afecto, confianza y cercanía con su familia. El niño no es materia para modelar, como antes se creía, el niño elige su forma y es tarea de las instituciones y adultos, potenciar las aptitudes personales.

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