La Educación del futuro – Parte I

Este año, 2014, Rodolfo, como miles de niños,  comienza su escolaridad, tiene sólo 3 años, terminará su educación institucional primaria en 2023, y su educación secundaria en 2028. Si todo va bien, y accede a una carrera promedio de 4 años, concluirá sus  estudios universitarios en 2032.

Pero cómo será el mundo en ese entonces?, la continuidad del actual sistema educativo obtiene año a año nuevos elementos, adaptaciones y se moderniza en unos sitios con mayor rapidez y en otros, pero casi imperceptiblemente.

La pregunta es: ¿estamos en condiciones de preparar a Rodolfo para el mundo que afrontará?, o en realidad, sólo vamos acompañando las novedades del presente sin hacer los profundos cambios que el mañana demandará?

Los maestros son el  medio, por el cual el futuro se presentará ante los niños, por lo que su preparación,  no puede reducirse a unos pocos cursos de capacitación, o actualización curricular, que muchas veces, es sólo una nueva manera de enseñar los mismos contenidos.

Es probable, que cuando Rodolfo esté terminando su secundaria, la educación haya requerido profundas y dramáticas transformaciones. Los docentes deberán comenzar de nuevo, incorporando ineludiblemente las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en toda forma de enseñanza.

La Tecnología no es una opción, es parte del presente y será predominante en el futuro. Los contenidos deben estar dirigidos a “alfabetizar tecnológicamente” a los alumnos, es responsabilidad de la comunidad educativa en su conjunto, preparar a los niños para la excelencia en este aspecto, ya que su inserción laboral y social, dependerá de su preparación.

Algunos países, especialmente en Latinoamérica,  simulan modernizar sus aulas, proveyendo de laptops básicas o salas de computación con decrépitos servidores. Y los chicos acceden a clases rudimentarias de computación, donde el acceso al verdadero conocimiento de la tecnología, está limitado, en parte, por la preparación elemental del docente y en gran parte, porque no hay una asimilación real, por parte de los ministerios de educación, de la necesidad de este tipo de educación.

Pero la realidad avanza independientemente de que aceptemos o no los cambios, y entre ellos, los visionarios predicen:

1-      La masificación del mundo computacional, que se expandirá exponencialmente en los próximos años, con valores accesibles para todos.

2-      La integración sinergética del dispositivo a la persona, se profundizará, con dispositivos cada vez más pequeños y potentes, incluso con la aplicación de la nanotecnología.

3-      Las ciudades crecerán de manera increíble, lo que llevará al hacinamiento, la violencia y la pobreza, en las ciudades que no estén preparadas para las nuevas condiciones.

4-      Se incrementará la utilización de redes, inteligencia y recursos compartidos masivamente. Esto llevará a transformaciones de tipo social y cultural nunca vistas.

5-      Terminará la era del petróleo y la utilización de las energías limpias nos llevará a modificar el mundo como lo conocemos. La educación no quedará afuera de semejantes cambios.

6-      La incorporación seria de la ecología, no como una simple materia más, sino como base de toda la estructura curricular del nuevo sistema educativo.

7-      Ya no podrá existir una brecha económico-social para el uso de tecnología educativa. Porque no se trata de que las escuelas pobres no accedan y las ricas si, en el inmediato futuro, el Estado debe garantizar la igualdad en este sentido. Así como todas las escuelas debían contar con un pizarrón por aula, ahora deberán contar con monitores de interacción virtual en cada pupitre.

Las políticas educativas deben tener como objetivo urgente,  la implementación de un nuevo sistema educativo, que no consiste ya en colocar “parches” al viejo sistema, sino en redireccionar las ciencias de la educación hacia el futuro, pleno de novedades y desafíos.

El niño de hoy, que ejemplificamos con el nombre de Rodolfo, requiere obtener las herramientas y respuestas para afrontar un tiempo diferente al nuestro. Ese es su derecho y es nuestra obligación, proveerle los medios para lograrlo.

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