Universidad pública: ¿Debe pagarse o debe ser gratuita?

Luego de finalizar los estudios secundarios, los jóvenes se encuentran con una situación particularmente conflictiva: el qué estudiar y en dónde cursar la carrera. A grandes rasgos se parece más a una problemática mansa comparada con grandes conflictos de la vida, sin embargo, para aquel que considera a la educación como el pilar fundamental de la formación de individuos, elegir entre una universidad pública o privada, acarrea grandes diferencias que van mucho más allá de que si una es gratuita o la otra es de pago, son aspectos más profundos, como la formación del sentido crítico/constructivo del educando y de la ambientación e interacción con la que los estudiantes se relacionan en el ámbito universitario.

El principal punto que resalta en las universidades públicas, es que son gratuitas, de eso está claro, de su financiación se encarga el Estado, como así también de su mantenimiento infraestructural y de los bienes materiales que la componen. El hecho de que sea gratuita, permite el ingreso a personas de diferentes clases sociales y con diversidades culturales e intelectuales, esto enriquece el ambiente universitario y crea un universo abierto al pensamiento. Sin embargo, estas instituciones suelen ser carentes de materiales de estudio, limpieza, comodidades y espacio físico.

De manera contraria, en las universidades privadas se cuenta con las comodidades e instalaciones que permiten una ambientación propicia para la enseñanza y el estudio, como instrumentos tecnológicos, salas de computación totalmente equipadas, bibliotecas, proyectores, mantenimiento y limpieza, entre otras tantas cosas que el buen posicionamiento económico permite llevar a cabo. Pero el grupo de estudiantes se reduce a una minoría elitista, ya que los cuotas son elevadas y van aumentando a medida que trascurre la carrera. En estos espacios “socialmente cerrados” se proyectan grupos homogéneos al cual no todos tienen acceso.

Graduarse en una universidad pública es un logro mucho más prestigioso frente al mismo hecho de una universidad privada, el título público es más buscado que el título privado, quizá se pregunte por qué ocurre esto, la respuesta está en que las universidades públicas no ofrecen ningún tipo de facilidad a sus alumnos, tampoco hay flexibilidad o una enseñanza adaptada al estudiante, básicamente ellos mismos se las arreglan solos, esto significa que aquél que se graduó en un espacio de enseñanza pública, logró sobrevivir a una carrera llena de dificultades, las cuales, por propia cuenta el cursante logró superar.

Mientras que en los espacios de enseñanza privada, el alumno individualizado y con uniformidad, recibe asistencia, mayor flexibilidad y adaptabilidad para sortear los obstáculos de la carrera, además la enseñanza llega a él de una manera más retroalimentaría, existe más interacción personal entre el alumno y el profesor; la salida laboral en muchos casos está asegurada gracias a los vínculos que hay entre los dirigentes universitarios y las empresas que solicitan personal con una formación específica.

Ambos tipos de gestiones universitarias ofrecen distintas características que no precisamente logran que una eclipse a la otra. Son las necesidades de los postulantes las que delimitan cual es más conveniente, sí, está claro que hay divergencia en la diversidad social y en la manera que se imparte y llega el conocimiento, pero esto no significa que una sea mejor que la otra, son diferentes ofertas, son dos posibilidades que deben coexistir para brindar distintas viabilidades al acceso y formación de la educación.

La universidad pública no debería dejar de ser gratuita, para así brindar la oportunidad de formarse académicamente a aquellos que así lo deseen, empero, la universidad privada estará ahí para aquellos que puedan, que quieran y que busquen un acceso alternativo a la educación universitaria.

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