Malos hábitos que perjudican nuestra autoestima
Malos hábitos que perjudican nuestra autoestima. Estilo de vida.
La cultura occidental tiene una extraña forma de hacer que de generación en generación, se traspase una forma de tratarnos a nosotros mismos sumamente nociva, que no hace más que sabotearnos permanentemente.
Afortunadamente, cada vez somos más conscientes de ello. Es por eso que aprenderemos a identificar algunos malos hábitos que perjudican nuestra autoestima.
En efecto, la forma de crianza tradicional abunda en retos, críticas y grandes exigencias que luego se traducen en adultos inseguros, demasiado duros consigo mismos. Es necesario romper con estos parámetros: no sólo para hallar una manera de vivir más sana y satisfactoria, sino para romper el esquema y que la próxima generación crezca aprendiendo a amarse a sí mismos, con la dosis justa de autocrítica constructiva, con humildad, pero sabiendo reconocer el propio valor.
La autoestima se construye con una serie de factores, como puede ser la apariencia física, nuestras habilidades, cómo nos relacionamos, cómo nos ven los demás. Una baja autoestima afecta notablemente nuestra calidad de vida.
Algunos malos hábitos deben ser desterrados completamente de nuestras vidas para que nuestra autoestima se nutra y crezca.
Descalificarse: tenemos en ocasiones muy arraigada la idea de que «No valgo para esto», «Nada se me da bien», «Soy un torpe», con lo cual lo único que logramos es limitarnos y sentirnos mal. Es difícil lograr un cometido si pensamos – incluso inconscientemente – que no lo haremos bien. Mejor es darse tiempo, reconocer las falencias para trabajar en ellas hasta conquistarlas, teniendo fe en que lo haremos bien al final.
Compararse con los demás, sólo nos lleva a frustrarnos. No está mal tener modelos en la vida, pero si permanentemente estamos viendo lo que otros tienen o hacen y nos centramos sólo en ello, seremos personas resentidas. El hábito de compararnos sólo para resaltar nuestros defectos, complejos e inseguridades aniquila la confianza en uno mismo. Además, no está de más recordar que todas las personas tienen defectos y virtudes, y que no todo lo que reluce es oro.
Una excesiva autoexigencia que nos marque metas muy elevadas, es otro camino seguro a la frustración. Es mejor ser sensatos y realistas, y marcar metas cortas que quizá entrelazándose, nos lleven a un objetivo mayor – o no. No hay que hacer caso a lo que digan otras personas, y nuestras metas tienen que ser aquellas que verdaderamente responden a nuestros anhelos y necesidades.
La autocompasión, el victimismo, pensar que “todo lo malo me pasa a mí”, es un camino a la parálisis, a no poder avanzar, a quedarse en la amargura. Si hay obstáculos, hay que resolverlos. Si hay limitaciones, habrá que superarlas. Si hay que modificar las metas, habrá que pensar otras alternativas, que al final resulten igualmente satisfactorias, pero nada es tan angustiante como sentirse una víctima impotente del destino.
Muchas personas tienen frases negativas automáticas, tan arraigadas que ni siquiera las piensan al expresarlas como «Seguro que va a salir mal», «No lo voy a conseguir», y otras. Hay que eliminarlas por completo, son barreras que nosotros mismos nos ponemos, y al removerlas, un universo completo de nuevas oportunidades se abrirá ante nosotros.
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