Los desafíos de la cultura juvenil en la educación de hoy

La adolescencia en todas las épocas ha sido un período que representa un quiebre en la vida de todas las personas. Un segundo nacimiento, como la definía Rousseau, un período de transición de la niñez hacia el mundo adulto.

Por lo tanto desde siempre, los adolescentes transitan cambios abruptos; los niños dejan ciertas seguridades y por lo tanto deben realizar sus correspondientes duelos: cambian sus cuerpos, abandonan la infancia, ocupan lugares diferentes en las familias y escuelas, comienzan a cuestionar a las autoridades y descubren su sexualidad.

Los adolescentes cambian su marco  de referencia que deja de ser únicamente la familia para abrirse a una vida social más amplia. Es decir,  que la transformación no solo se da hacia su interior sino también hacia su entorno inmediato. Comienzan a tenderse redes de relaciones dentro de las cuales ocupan un lugar, un espacio propio.

En esta nueva situación, comienza a tener una importancia fundamental el grupo de pares, y también adquieren un gran valor los escenarios y ámbitos en los cuales se producen esos encuentros grupales.

A su vez, los adolescentes también se ven influenciados por los discursos, principalmente publicitarios, que intentan seducirlos e incitarlos al consumo de determinados productos, programas televisivos y hasta estrellas musicales. Estos a su vez actúan como mediadores en la autoidentificación que naturalmente persiguen.

En el medio de esta encrucijada aparece la escuela como institución vehiculizadora de la educación formal. En la actualidad, a las dificultades que tradicionalmente enfrenta el sistema educativo, en cuanto al desempeño escolar y a las condiciones que atraviesa la escuela pública en América Latina, se le suman las particularidades de los grupos adolescentes de hoy.

Al mismo tiempo en Latinoamérica, los jóvenes y adolescentes viven en una situación  de pobreza que los hace contar con menores recursos para enfrentar las diferentes situaciones problemáticas. Por lo tanto, la educación debe abrir oportunidades reales de integración, participación y contención a los adolescentes en el sistema escolar. La educación es un derecho y, por lo tanto, es una obligación del Estado brindar educación libre y gratuita.

La democratización del acceso a la educación, significa un gran desafío para la escuela y sobre todo para los educadores. Las aulas de la actualidad son mucho más complejas, más diversas, más heterogéneas. Esto plantea un gran impacto tanto en lo pedagógico, en las prácticas docentes, como también en la convivencia de los mismos adolescentes.

Sin dudas la retención escolar genera un impacto en la calidad de la educación que reciben los adolescentes de hoy, también habría que evaluar el impacto a nivel global para el curso, la escuela o el sistema. Actualmente, se espera que los docentes puedan ser capaces de administrar esa diversidad.

Por otra parte, los adolescentes forman parte de los llamados “nativos digitales” crecieron en un mundo dinámico, complejo, multimedial, tienen concepciones del mundo muy diferentes a quienes se formaron hace 20 años atrás. La pregunta sería, si las prácticas docentes actuales son capaces de dar cuenta que sus estudiantes tienen una comprensión del mundo y estrategias de aprendizaje completamente diferentes y heterogéneas.

Por último, para lograr el proceso de enseñanza-aprendizaje es fundamental forjar vínculos con los adolescentes de hoy, y eso se consigue a través de la comunicación.  Esa sería una manera de empezar a conocerlos, abandonando la estereotipación, para entender quiénes son, qué piensan, cómo viven, qué hacen y por qué lo hacen. Es una compleja tarea, pero es una forma de acercarse a ellos, comprenderlos y emponderarlos.

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