Caín y Abel en casa: Cómo actuar cuando los hermanos se pelean

peleas entre hermanos

El hijo único siente que el hogar es, de alguna manera, su territorio personal, y en él incluye a sus padres. Cuando un hermanito llega a romper este esquema, él siente que pierde el control, todo lo que antes le pertenecía es ahora un espacio en común, y tanto los objetos como las relaciones, se deben compartir.

La manera como el primogénito reciba la noticia, dependerá de la comunicación, la adaptación puede ser más llevadera, si, por ejemplo, se lo deja participar en el cuidado del recién llegado, permitiendo que en su interior se despierte el instinto natural protector.

De todas formas, el hogar a veces, puede parecer un campo de batalla, no siempre es porque haya problemas serios, o falta de cariño entre los hermanos. Si observan en la naturaleza, los cachorros luchan, se acechan, y se cazan como lo harán en el futuro con sus presas.

Obviando el aspecto salvaje de esta cuestión, es común que haya enfrentamientos por miles de motivos. Si los adultos se mantienen al margen y solo se involucran, cuando las cosas pasan a mayores, la relación entre hermanos se equilibrará naturalmente a medida que crezcan.

Para ayudar a resolver la rivalidad, usted puede compartir con cada uno, tiempo a solas, equitativamente. También vea que dispongan de tiempo en familia y de tiempo solo para hermanos. Esto afianzará el vínculo entre todos y resolverá el tema de los celos. Otro aspecto es prestar atención a las explicaciones, y estimularlos para que se comuniquen entre ellos, sin actuar de juez, ya que un veredicto generaría más celos y conflictos.

Aunque parezca inadecuado, educar hijos puede parecerse a un entrenamiento de mascotas, en ciertos aspectos, claro. Cuando el niño observa que cierta conducta resulta en un castigo (por ejemplo, ir a la habitación a pensar durante una hora), y que otra conducta genera recompensas y armonía, se sentirá condicionado a la segunda y evitará la primera.

Recompense a sus hijos por un día de paz familiar, por acciones solidarias entre ellos, y exija reflexión, por las conductas violentas, faltas de respeto, mentiras, acusaciones, etc.

Preste atención a gestos de impotencia, llanto, o retraimiento de uno de sus hijos. Suele pasar que el más fuerte, no por tamaño, sino por astucia, esté logrando que se castigue al inocente. Cuide que esto no esté pasando, llegando a lo profundo de la causa de un enfrentamiento, recuerde que muchos niños son marcados en la infancia por sufrir “bulling” en su propio hogar. El sentimiento de haber sido culpado injustamente, perdura a través de los años, lesionando las relaciones entre hermanos y también con sus padres.

No intente resolver todo en medio del fragor de una batalla entre hermanos, debe lograr que se calmen, respiren, y la ira ceda, solo así podrá comprender las causas de una discusión y contribuir a una reflexión coherente.

Ofrézcales la oportunidad de hablar entre ellos, de explicar lo que les molesta y promueva el ejercicio de ponerse en el lugar del otro. Establezca reglas, límites y zonas de confianza para ellos. Jamás prohíba la comunicación o explicación, es muy importante que los niños puedan expresar sus sentimientos, especialmente cuando crecen y entran en la adolescencia, poder decir lo que piensan y tener la oportunidad de argumentar a su favor, es una práctica que les da confianza y fortalece su autoestima.

Si se actúa adecuadamente, las riñas se recordarán como anécdotas graciosas y no se transformarán en heridas difíciles de curar. La forma en que se gesten las relaciones entre hermanos en la niñez, definirán las relaciones entre los hermanos adultos en el futuro.

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