Ejercitar el cerebro no implica solo hacer crucigramas

Hasta hace un tiempo, se pensaba que el cerebro era una masa de células estática, cuya conectividad interior dependía, en parte, de un aspecto genético, y por otra parte, de cierta actividad suficiente para mantenerlo saludable.

Sin embargo, con el correr de los años y el desarrollo de investigaciones, muchos nuevos secretos se han debelado. El cerebro es un órgano más versátil, maleable y transformable de lo que se pensaba. Por ejemplo, se descubrió que cuando dejamos de sorprendernos ante un aprendizaje, la actividad neuronal se reduce. Nuestro cerebro necesita ser desafiado, para activarse.  La rutina, aun cuando se tratara de actividades intelectuales,  produce un acostumbramiento, casi inmediato. Por ejemplo, se necesitan ciertas asociaciones, cierto tipo de estructura de pensamiento para resolver un crucigrama o para jugar al ajedrez, o para resolver una ecuación, si solamente utilizamos nuestras habilidades intelectuales para esta funcionalidad, con el correr del tiempo, el cerebro activa un mecanismo de automatismo, reduciendo al mínimo, el esfuerzo para ese uso.

Como dice la “Guia de Cómo invertir en su cerebro”, del experto español Álvaro Fernández Ibáñez y el neurocientífico ruso Eljonon Goldberg, es como ir al gimnasio y utilizar siempre una sola máquina. Ciertamente, estaremos desaprovechando todo el potencial de nuestro cuerpo. Con el cerebro ocurre lo mismo. Antes se pensaba que el cerebro a partir de los 21 años entraba en declive, al detenerse el crecimiento celular. O sea que no había mucho más qué hacer para mejorar su funcionamiento y solo podíamos mantenerlo medianamente activo, el mayor tiempo posible.

Nada más alejado de la realidad, es como tener un gran campo sin cultivar y limitar la siembra a un pequeño espacio del 20% del total, ¿por qué pensar que no se puede avanzar?, toda zona no cultivada, será invadida por la maleza. En el cerebro, esto equivale a la ociosidad, los pensamientos fútiles, la automaticidad viciosa. El hacer crucigramas o jugar “Nintendo” no es suficiente, se necesitan desafíos, resolver problemas difíciles, elaborar tesis o ensayos aunque sea mentalmente sobre los temas que puedan estimularnos.

Cómo afecta el estrés

Mientras el cerebro produce miles de neuronas diariamente, y crecen gracias al ejercicio cardiovascular, estas mueren ante la tensión. El estrés hace estragos, todo un sistema caótico se instala cuando hay cotidianas situaciones que sobrecargan el sistema bioeléctrico, por eso las personas que sufren constantemente de tensión nerviosa, no razonan con claridad, y su cerebro se deteriora con rapidez.

Es imprescindible aprender a manejar el estrés, tener una dieta alcalina, y hacer ejercicios diariamente, para activar la oxigenación celular y por lo tanto, neuronal.

Cambiar para mejorar

Conocer otras ciudades, ponerse en contacto con idiomas y costumbres diferentes, nos enfrenta con un desafío renovador, aprender nuevos códigos de conducta, costumbres y horarios, resulta ser un ejercicio rejuvenecedor para nuestro cerebro. Las novedades, sorpresas y desafíos son el alimento para su mejor funcionamiento. Ramón y Cajal, apoyaba la idea de que viajar es excelente para la neuroplasticidad.

Pero si no se puede viajar, estudiar un idioma, inventar algo, crear a partir de una idea un mecanismo innovador, reciclar creativamente algo que desechamos, escribir sobre nuestras vivencias, aprender a tocar un instrumento o renovar el hogar. Son actividades que desempolvan el desván cerebral.

El tiempo lo determina el reloj, pero la calidad del tiempo es una decisión personal inalienable, no permita que otros lo convenzan de que es tarde para aprender, para hacer, para lograr.

Nunca es tarde, siempre es posible.

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