Los aspectos evolutivos del hombre a lo largo de la historia – (Australopithecus anamensis)

En las regiones salientes de África oriental, precisamente en Kenia y Etiopía, se sucedieron numerosos hallazgos arqueológicos que transcurren a lo largo de casi cincuenta años, desde un primer hallazgo en el año 1965 hasta recientes descubrimientos posteriores en el año 2005 y hasta el año 2009, que involucran a grandes paleoantropólogos como Bryan Patterson, Meave Leakey y Tim White. Estos fósiles nos presentan un nuevo género, en los cuales se encuentran numerosas especies. Nos referimos en este caso al género Australopithecus, el cual incluye a la especie Anamensis, el más antiguo del género Australopithecus, datado en un promedio de entre 3 y 4 millones de años, datación que la ubica en el Plioceno inferior.

El paso evolutivo es indefinidamente lento, y todavía seguimos observando aspectos morfológicos y comportamientos primitivos, de un antepasado que guarda características “relativamente humanas”. Aunque vengo mencionando este “detalle” desde Tomaï, vemos que los elementos que hoy nos constituyen, vienen alejándose cada vez más de sus incidencias remotas. Por lo que hay que prestar atención a detalles que a simple vista pasan por irrelevantes y al más desinteresado casi por inexistentes. Hablo del análisis profundo de los restos óseos, o en su más amplio sentido, forma y estilo de vida.

Entonces, basándose a partir de los resultados de los profundos estudios, que han aplicado a las diferentes piezas óseas encontradas (húmero, mandíbula, maxilar, dentadura y fragmentos pertenecientes a extremidades), estamos frente a un individuo adaptado a la vida arbórea o al menos así sus huesos lo indican, pero también con clara incidencia en actividad de desplazamiento bípedo, su epífisis muestra una posición semejante a la humana, en la cual se denota una considerable cantidad de tejido esponjoso.

El tejido esponjoso resulta útil para soportar el peso del cuerpo en una posición extendida como lo siguiere la bípeda. En cuanto a su boca se encuentran similitudes simiescas, con una dentadura en forma de U, y un paladar estrecho. Molares con grueso esmalte (2cm/1,5cm) que expresan una dieta basada en semillas, frutas, hojas, juncos, hiervas. Alimentos abrasivos que podían ser encontrados en entornos abiertos y otros en zonas más espesas. Aparentemente se ha encontrado un aumento en el tamaño o proporción de los molares con respecto a su antepasado Ardipithecus ramidus, indicador de que entre su dieta se incluían alimentos duros.

En cuanto a su morfología, se menciona varias veces el claro dimorfismo sexual dentro de la especie, con mayor tamaño corpóreo en el macho (55kg), relativo al tamaño de la hembra (45kg) aunque también se sugiere diferencia en el color del pelaje. La posición de las raíces caninas, muestran un rostro con inclinación hacia atrás, en cuanto a su cabeza, no se encuentra un desarrollo aparente en el cerebro (300cm3), en su caso, los investigadores plantean que se da un desarrollo evolutivo, primero en la forma de andar, seguido de su forma de pensar.

El análisis de estrías en las piezas dentales, nos permiten saber qué comía y por lo tanto en qué ambiente vivía. Los alimentos abrasivos y de consistencia seca, se encuentran en ambientes apartados y abiertos, esto se traduciría como un ambiente típico de la sabana arbolada, en donde se supone que habitaba quien nos ocupa, pero el grueso esmalte nos habla de una dieta frugívora, lo que se encuentra en zonas más boscosas. Un ambiente abierto con accidentadas zonas boscosas, que seguramente iban desapareciendo conforme la sequía iba avanzando.

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