¿Qué pasaría si el Sol desapareciera?

El astro que ha llevado a inspirar al hombre por milenios es algo más que una simple fuente de energía e iluminación. Junto con la Luna rigen los ciclos de vigilia y sueño, son el impulso clave para el desarrollo de la vida en el planeta y opera como centro gravitacional en todo el sistema (Solar, por supuesto).

Es por ello que esta pregunta simpre nos inquieta un poco, por lo que conlleva consigo; inmensas complicaciones, a causa de la influencia del Sol. Asi que vamos a echar un vistazo a este problema para dar una respuesta sencilla y práctica, para que todos podamos comprender las implicancias que podría tener la desaparición del Sol.

Cualquier cosa en órbita alrededor del Sol está, básicamente, moviendose lo suficientemente rápido para estar en un constante estado “de caída libre” hacia ella. Si los planetas, por ejemplo, de repente dejaran de moverse, inmediatamente serían “tirados” por la fuerza hacia el Sol y caerían (por el impulso) hacia él.

Así, imaginemos que, debido a alguna razón desconocida, nuestro Sol de repente desaparece. En este caso, todos los planetas, asteroides, cometas y cualquier otra cosa que se encuentre en su campo de influencia gravitacional conservarán su movimiento de impulso hacia adelante. Por lo tanto, en lugar de “caer” hacia el Sol (ahora inexistente), volarán en línea recta hacia el espacio.

Lo que sucede después es una incógnita. Algunos de los planetas podría interactuar gravitacionalmente entre sí, especialmente en cuanto a los planetas interiores, que se mueven más rápido que los planetas exteriores y serían una respuesta potencial para ellos. De lo contrario, la probabilidad es de todos los objetos continúen moviéndose en línea recta a través del espacio fuera del Sistema Solar, y tardarían muchos miles de años antes de que llegaran a la proximidad de otro sistema u objeto que los atrape con su fuerza gravitatoria.

 

¿Qué le sucedería a la Tierra?

Por supuesto, para nosotros en la Tierra, las consecuencias serían bastante graves. Por una parte, nuestro planeta retiene el calor bastante bien, así que no se congelaría al instante. También, como la luz del Sol tarda 8:30 minutos en llegar, tendríamos unos momentos de sol radiante finales antes de que nuestro planeta sea bañado en oscuridad.

Aquellos en el lado de la noche no se daría cuenta, hasta que, unos segundos después de que los habitantes “de día” fueran arrojados a las tinieblas, la Luna de repente desapareciera, ya que no habría luz solar para refractar. A los planetas en el cielo les pasará lo mismo: irán desapareciendo uno a uno a medida que la ola de oscuridad les alcanze.

Eventualmente, sin embargo, la falta de la radiación del Sol nos dejaría bastante frío. Basta con pensar en cuánto más frío es en la noche en lugar de el día, pero imagine esa misma caída de temperatura de modo constante.

En pocos días el mundo estaría en un centenar de grados bajo cero y, en cuestión de semanas, serían sólo 50 o menos grados por encima del cero absoluto. La atmósfera en sí también se congelaría y caería a la Tierra, lo que nos deja expuestos a la dura radiación que viaja a través del espacio.

La vida tal como la conocemos tendría que adaptarse para sobrevivir a nuestro nuevo y congelado ambiente terrestre y, como es probable, sólo los microorganismos debajo de la superficie podrían sobrevivir gracias al calor del núcleo. Para los seres humanos la historia sería diferente: probablemente tendríamos que reunirnos y construir un par de reactores de fusión nuclear con el fin de durar un poco más de tiempo.

¿Todos concuerdan con este “final feliz”?

Pero no todos en la comunidad científica están de acuerdo con este (aparente) final “esperanzador”. Algunos vaticinan un final aún más cruento.

Por otra parte, la reportera de The Observer, Nicola Davis, comentó recientemente que el profesor Rob Jeffries de la Universidad de Keele le explicó que, en caso de que el Sol desaparezca, nosostros, como humanos, tendríamos el tiempo suficiente para hacer una taza de té antes de que el desastre nos llegara.

La pérdida de el sol, y más concretamente su masa, perturbaría la curvatura del espacio-tiempo (en otras palabras, el “tirón” gravitatorio que mantiene a la Tierra en su órbita alrededor del sol). Esta perturbación nos alcanzaría, al mismo tiempo que los últimos rayos de luz, lo que significa que tendríamos esos 8 minutos antes de que la Tierra sea arrojada a las tinieblas y seaa arroja por la tangente hacia el espacio, como una piedra tirada por una honda de gran tamaño.

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