Cómo tratar con la retroalimentación del trabajo literario

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Como escritor, una persona vive con sus historias y personajes durante años, incluso décadas en algunos casos; por lo que no es de extrañar que cuando uno toma esas historias “de su cabeza” y los vuelca en la página, sus defensas se manifiestan para protegerlos.

Es por ello que los tipos de retroalimentación del trabajo literario (tanto durante, como también mediante y después) se convierte en una experiencia intensa y emocional. Pero esos instintos protectores y emociones aumentadas podrían estar impidiendo que tu historia llegue a su máximo potencial. Veamos cómo sortear esos sentimientos encontrados que llegan de la mano de cada revisión pre-revisiones (los llamados Beta Readers). De la retroalimentación para “el después” de publicado (la crítica, propiamente dicha) nos ocuparemos en otra oportunidad.

Tratar con la crítica en revisiones

 

Siempre en papel

Antes de corregir algo, debemos tener a mano el formato ideal para la corrección y revisión: el formato “papel”. Sé que es un poco pesado (y algo costoso, para el presupuesto y el medioambiente), pero la diferencia de tener un texto en papel (en contra de su versión digital) es abismal y te proporcionará la interface ideal para corregir material escrito. Además, tendrás la posibilidad de “borrar y tachar”, escribir notas al margen a gusto, hacer anotaciones donde te plazca sin necesidad de perder el hilo de tus pensamientos mientras van ocurriendo. Son ventajas que sólo son obtenidas a travez del papel.

 

Responder directamente (y con calma) a los comentarios del revisor

Al volver a presentar un documento tras las revisiones, incluirá un documento detallado que resume todos los cambios sugeridos por los revisores, y cómo ha cambiado tu manuscrito a la luz de ellos. Limítete a los hechos, y a no despotricar. No respondas al revisor tan pronto como te llegue el material. Léelo, piensa en ello durante varios días, discutelo con otras personas de tu círculo y luego redacta una respuesta.

“Revisar y volver a presentar”

No te rindas después de llegar al obstáculo del tan odioso mensaje estandarizado de “revisión y reenvío”. Muchos nunca llegan a revisar y reenviar. Pero vale la pena hacerlo. Algunos autores preguntan que revisiones importantes hacer, cuáles perseverar y cuáles cortar de lleno. Otros nunca se vuelven a presentar. Parece una tontería que hayas pasado a través de los principales obstáculos de escribir el artículo y enviarlo, conseguir que los editores lo consideren y lo envíen a revisión (y de vuelta a la revisión por pares, en el caso de los textos académicos) sólo para luego abandonar.

 

Es aceptable desafiar a los colaboradores, con buena justificación

Es aceptable rechazar la sugerencia de un revisor sobre cambiar un componente de tu texto, si es que tienes una buena justificación; o a lo sumo puedes (con completa educadación) argumentar por qué el revisor está en lo erróneo. Una explicación racional será aceptada por los editores, especialmente si estás claro que se han considerado todos los comentarios recibidos y se han aceptados algunos de ellos.

 

Piensa en la rapidez con que quieres ver a tu trabajo publicado

Algunas publicaciones o editoriales tienen rango más alto o mayor prestigio que las demás. Y es por ello que el riesgo de rechazo va a ser mayor. El mismo escritor tiene que pensar si necesita o no ver su trabajo publicado rápidamente, debido a que tomará más tiempo llegar a ciertas publicaciones o editoriales. Esto es importante si te estás preparando para una entrevista de trabajo y la necesidad de demostrar que el texto es publicable (o será publicado). Pero si entra en juego el ego, es mejor ser concientes de ello de antemano.

 

Cuando lees material publicado sólo se ve el trabajo terminado

Es importante recordar que todo tipo de publicaciones consisten en un reto para todos los que participan en ellas, pero puede parecer más fácil para otras personas. Al leer el material ya publicado y puedas ver el texto acabado, recuerda que no es el primer proyecto, ni la primera revisión y reenvío, ni ninguna de las versiones intermedias.

Muchos nunca ven los fracasos o errores, y otros se torturan por pequeños detalles “que desearían haber podido corregir”. Ninguna de las dos opciones es sana y ninguna de las dos corresponde al verdadero comportamiento de un profesional (ya sea para textos ficcionales, periodísticos o académicos).

Lee el texto (si hay tiempo y estás dispuesto, o sólo una sección que recuerdas que era problemática para ti) y descubre cuál era  ese error que no pudiste detectar en la etapa de revisión. Concéntrate en determinar porqué podría haber ocurrido y haz una nota mental de cómo corregirlo y evitarlo en el futuro. Te aseguro que ese error será una lección aprendida que pasará a ser parte de tu instinto la próxima vez que tomes lápiz y papel.

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