Cómo mantener el diálogo con los niños

Cómo mantener el diálogo con los niños

Cómo mantener el diálogo con los niños

Mantener el diálogo con los niños. Familia y salud.

 

Cuando se torna difícil el diálogo con los niños y pareciera existir una barrera, que antes no estaba y nos impide llegar a sus sentimientos, probablemente exista en el o ella algún conflicto que no esté pudiendo resolver. Estos desafíos que suelen presentarsenos, pueden tener innumerables causas; las que me interesan tratar en este apartado son la de dos escenarios importantísimos en la vida del niño como lo son la familia y la escuela.

El período previo al ingreso escolar está caracterizado por un apego natural de los niños a sus padres que varía dependiendo de cómo esté conformada la familia. Los hermanos, por ejemplo, son un factor importante en la gradual independencia que, de modo saludable, todos los niños tendrían que ir adquiriendo.

Desde que nace hasta aproximadamente los 5 años el contexto en el que mayormente se mueve el chico es dentro de este sistema familiar. Es desde aquí dónde adquiere la mayor parte de la información y esto no es un dato menor, porque del contenido de este aprendizaje y de cómo lo represente el niño en su interior, dependen las conductas que luego observaremos.

Entonces tenemos esta primera instancia fundante de la personalidad, que son los primeros 5 años de vida.

Le siguen a esta fase el pasaje por la escuela, el contacto con otros seres significativos como la seño y los amiguitos.

Nuevamente el niño se prepara de forma natural -porque de eso se trata la sociabilización- para reanudar el proceso de aprendizaje, esta vez en otro contexto que comenzará a ser lo suficientemente significativo como para influir en su conducta y sus estados de ánimo en general.

El grupo de pares ahora tendrá tanta importancia para el niño como lo tiene la familia,  los docentes representarán para éstos figuras parentales a quienes intentarán complacer como lo hacen a menudo con sus padres y es por esto que la aprobación o no que los docentes ejerzan sobre los pequeños será, para éstos, motivo de alegría o de tristeza.

Los padres desde el hogar tienen que  estar preparados para acompañarlos con paciencia e ir al paso del niño, no exigir que sean ellos quienes se adapten a los tiempos de la escuela, porque a veces sencillamente no coinciden con los del niño.

Se estipula que a cada edad corresponde determinado contenido y es por esto que la educación, como la conocemos, divide la adquisición del conocimiento en edades y diferentes grados. Se presupone que el niño está preparado según la edad para estar en un nivel u otro. Más allá de que es así en la mayoría de los casos, cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y hay que aprender a respetarlo.

Cuando la exigencia se extralimita, en vez de avanzar producimos un anulamiento y progresiva pérdida de interés del niño por aprender.

Existen muchas maneras que están poco difundidas para transmitir nuevos conocimientos, una de ellas es «aprender jugando».

Si bien en la instancia previa de la entrada a la escuela es común que en los jardines de infantes se utilice esta técnica para llegar a los chicos, ésta desaparece abruptamente una vez comenzado el nivel primario, cuando los niños aun llevan consigo la imaginación y la capacidad de crear a flor de piel. Es en esta instancia donde, a veces, se comienza a estandarizar o a “crear” un niño promedio, impartiendo las mismas consignas e imponiendo las mismas tareas sin tener en cuenta las particularidades de cada caso.

Esto es necesario porque es parte de la formación de nuestro pequeño, pero ¿imaginan si en las escuelas sería parte del aprendizaje el hecho de «jugar» mientras se aprende?

El niño y la curiosidad que lo acompaña de manera innata esconden muchos potenciales que en ocasiones es la misma institución escolar quien termina por absorberlos  porque no forman parte del objetivo de aprender en tiempo y forma el contenido que se considera necesario para cada nivel.

Es muy común que los maestros corrijan, cuando un pequeño pintó un árbol azul y un cielo verde, indicando cuáles son los colores correctos y sin tener en cuenta que el niño sabe que la copa del árbol es verde pero que su creatividad le permite cierta flexibilidad para lo que la educación formal muchas veces no se encuentra preparada.

En esta simple interrupción del docente ante el arte del niño ya tenemos un factor que lejos de contribuir a reforzar estos potenciales artísticos, los entorpece y frustra al niño en su búsqueda de aprobación en aquel aspecto en que el se siente libre y puede expresarse. Esto es desconcertante para el o ella y contribuye a una progresiva pérdida de espontaneidad y creatividad.

Las burlas pueden ser otra de las principales causas de tristeza e inseguridad a esta edad, de aquí la importancia de indagar a diario cómo se siente luego de cada jornada de clases. Es común decir “¿cómo te fue hoy en la escuela?”. Les propongo cambiar esta pregunta por “¿Cómo te sentiste hoy en la escuela?”. Si bien puede que no se capte, al principio, la intencionalidad de la pregunta, a esta diferencia la notarán en el tipo de respuesta que el niño ofrezca. Por un lado estamos preguntando “cómo te fue” esto originará como contestación un “bien”, que es una respuesta del estilo automático que no contiene ninguna información significativa.

Por lo general lo que buscan averiguar los padres es cuan bien andan sus hijos en la escuela, pero pocas veces nos preguntamos cómo se sentirá mi hijo en la escuela, si tuvo problemas con sus pares, si hubo burlas, etc. Esto es así porque se nos enseñó que vamos a ese lugar a aprender, lo que es cierto, pero algo que debería enseñarse también en toda institución escolar es a transmitir no solo una acumulación de saberes, sino también contribuir al desarrollo emocional de los alumnos.

Por eso es tan importante comunicarnos desde otro lugar, dejar de lado nuestra ambición como padres de que nuestros hijos sean los mejores alumnos y apostar a la idea de que hay algo más prioritario que pasar de grado; esto es lograr entender y comprender que como cualquier ser humano el niño también se siente bajo presión, confundido y desorientado cuando sabe que no logra cumplir con lo que todos esperan de el. Sin duda esto hace que pierda la confianza en su entorno y, sobre todo, en si mismo.

Es aquí cuando volvemos al principio de este artículo. Cuando tengamos problemas de comunicación con nuestros niños pensemos cómo se está sintiendo en casa, qué está pasando en nuestra familia; cómo se siente en la escuela, etc.

Si no tenemos respuestas verbales»juguemos» con ellos y seguramente las encontraremos. Es sorprendente cuántas cosas expresan los niños en sus juegos, es una información muy valiosa junto con toda expresión artística.

Existe mucha información sobre esto y los invito a que busquen, porque es una herramienta muy eficaz a la hora de acompañar la niñez de nuestros hijos.

 

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