Errores en la crianza infantil que obstaculizan el éxito en la vida adulta

Las decisiones que tomamos con respecto a la crianza de nuestros hijos son las que forjarán su personalidad. Es así que los padres tienen la responsabilidad de ofrecerles a sus hijos las herramientas para que puedan enfrentar, el día de mañana, todas los desafíos y adversidades que se presenten. Algunos errores en la crianza infantil pueden hacer que a nuestros hijos les resulte más difícil alcanzar el éxito en aquello que se propongan cuando crezcan.

Errores en la crianza infantil que obstaculizan el éxito en la vida adulta

No permitir a los hijos tomar riesgos

Es normal como padres tratar de evitarles cualquier situación peligrosa, tratar de anticiparnos para que nada malo les pase. Pero exagerar con la seguridad, hará de ellos personas temerosas, incluso es la base para padecer de fobias. Necesitamos que se sientan confiados en sí mismos y su capacidad para cuidarse solos, eso sólo se logra si permitimos que tomen algunos riesgos, aunque sean graduales, controlados y acordes a su edad.

Los niños deben caerse varias veces para entender que eso es algo normal. Los adolescentes deben tener conflictos con sus compañeros y vivir el primer amor para adquirir estabilidad emocional, que les permita en un futuro construir relaciones sanas y duraderas.

 

Correr en su ayuda demasiado pronto

De la mano de lo anterior, no escatimamos en anticiparnos a nuestros hijos y ayudarlos en todo, pero a veces con eso inhibimos su capacidad de resolver pequeños conflictos, y de arreglárselas por sí solos, lo que a largo plazo fortalece su autoestima. Cuando corremos a ayudar a nuestros hijos demasiado pronto, les quitamos la posibilidad de buscar por si mismos la salida de las situaciones conflictivas. Los acostumbramos a que alguien siempre los salve, y entonces su razonamiento es que si se equivocan o no cumplen su meta, un adulto lo resolverá por ellos, sin que haya consecuencias. Eso no es lo que sucede en la vida real.

Ser entusiastas con nuestros hijos y demostrarles que creemos en ellos está muy bien, pero exagerar esta actitud puede perjudicarlos. Los niños eventualmente se dan cuenta que las únicas personas que piensan que es fabuloso son mamá y papá, pero no los demás y comienza a dudar de la objetividad de los padres. Mejor es ser sensatos, alabarlos cuando se justifique, y cuando se equivoquen ayudarlos a darse cuenta.

No decirle nunca que “no”. Si se acostumbran a obtener todo lo que quieren, no sabrán manejar la frustración. No se trata de ser particularmente muy estrictos, pero tampoco desvivirse por satisfacer todos los caprichos. Es buena idea que comprendan que algunas recompensas son producto del esfuerzo. Y atención con premiar solamente con regalos materiales, pues no aprenden a valorar el cariño, las personas y lo significativo de la vida.

No contarles a los hijos los errores de nuestro pasado está mal. En algún momento, querrán volar del hogar y “cometer sus propios errores”, para eso debemos desmitificar los nuestros, contarles con sinceridad que no somos perfectos, que nos equivocamos en el pasado, que pagamos las consecuencias, que admitir los errores e intentar repararlos es algo correcto y que nos ayuda a crecer. Los hijos deben estar preparados para enfrentar situaciones desagradables y ser responsables de sus actos. Narra qué sentías cuando tú mismo te enfrentaste a situaciones parecidas, cómo reaccionaste y qué aprendiste de eso.

Confundir intelecto con madurez. Que tu hijo sea brillante en algún área de ninguna manera significa que deba tener más libertades que aquellas que puede manejar, pues la madurez es otra cosa. No hay fórmulas de cuándo es un buen momento para dar al niño libertad en esto o lo otro. Pero puede servir observar a otros niños de su misma edad. Si te das cuenta que ellos son más autónomos, significa que tú puedes ser quien esté frenando el desarrollo de su independencia.

No predicar con el ejemplo. Es quizá el error que más puede marcar a nuestros hijos. Si queremos enseñarles respeto, empatía, valores, debemos practicarlos en primera instancia, pues de nada servirá que se lo repitamos todo el tiempo si ven que no creemos ni vivimos aquello que pregonamos. Debes ser un ejemplo a seguir, por eso debes respetar las normas de convivencia y de comportamiento. Cuida tus actos, incluso los más pequeños porque tus hijos te están observando.

Muéstrales que siempre es importante ajustarse a las normas, ser íntegros, inculca en ellos la importancia de ser solidarios y empáticos.

Sea el primero en comentar

Deje un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*