Consejos para llevar una buena relación con la familia política

Existe un refrán que reza que “cuando uno se casa, se casa con toda la familia del cónyuge”. Y si bien en estos tiempos modernos puede parecer exagerada la influencia de la familia política en el vínculo de pareja, lo cierto es que las diferencias entre uno de los miembros de la pareja y sus familiares políticos, suele estar entre los motivos de conflicto más habituales entre las parejas.

No hay recetas certeras para ello, ya que cada uno tiene su propia personalidad y lo difícil de esto es convivir como familia cuando se vienen de crianzas y contextos diferentes. Pero algunos consejos, ayudan a limar asperezas.

Lo más importante es que exista una buena comunicación en la pareja, que permita a ambos consensuar cómo se relacionarán con las respectivas familias de origen: cómo serán las visitas hacia las otras casas o cuándo los recibirán en la propia, cómo se organizarán en fechas especiales como Día del Padre o de la Madre, Navidad, cumpleaños, entre otras, cómo manejarse cuando algo de la otra familia resulta molesto, y en definitiva, establecer límites claros hacia las familias de origen. Si este acuerdo es sólido, será sencillo vincularse con la familia política, más allá de cualquier diferencia.

En general, es necesario decir que cuando surgen conflictos permanentes con la familia política, lo que verdaderamente está fallando es la capacidad de aquel que no sabe intermediar entre sus padres y hermanos y su pareja. El problema, en definitiva, está dentro de la pareja y no en los parientes.

Es así que resulta conveniente no confrontar con los suegros o cuñados, en cambio debe ser su propio hijo o hermano quien amable y respetuosamente, haga saber aquello que no ha caído bien o que se prefiere evitar.
De todas formas, no está mal indicar con amabilidad o firmeza cómo serán las cosas en la propia casa. Así por ejemplo, ante consejos no solicitados que pueden resultar invasivos, se puede responder “agradezco tu consejo y preocupación pero preferimos hacerlo de otra manera”.

Al aparecer los hijos, suelen agravarse este tipo de conflictos, pues los nuevos abuelos suelen intentar participar de la crianza, en especial en temas que son exclusiva competencia de los padres. Esto se pone de mayor manifiesto cuando son los abuelos quienes quedan al cuidado de sus nietos, algo habitual en estos tiempos donde los padres y madres suelen trabajar.

Es importante dejar muy claro, sin ofender, que la tarea de crianza corresponde a los padres que son quienes toman todas las decisiones correspondientes a los hijos, y es así que los abuelos deben respetar esas pautas, aún cuando los nietos van a sus casas. Jamás deben desautorizar ni contradecir a los padres. Una vez más, el consenso sólido de la pareja en cuanto a la crianza del hijo, será el que ayude a marcar esos límites, siempre con amabilidad y respeto.

Si uno de los miembros comienza a sentir que hay una invasión de la vida familiar por parte de sus suegros y cuñados, se debe poder conversar con la pareja para ver cómo solucionarlo.

Se debe evitar en estas conversaciones descalificar a los suegros o cuñados, pues puede resultar muy doloroso para el cónyuge que los oye. El respeto, es el camino para delimitar el lugar de cada uno en la vida familiar.

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