El rol de los padres en la adolescencia y la importancia de los amigos

El rol de los padres en la adolescencia y la importancia de los amigos

El rol de los padres en la adolescencia y la importancia de los amigos

El rol de los padres en la adolescencia. Familia y valores.

Llegada esta etapa de la vida los padres nos preparamos ante ella con ciertos prejuicios acerca de las dificultades que el fantasma de la adolescencia despierta en nosotros.

Lo cierto es que solo se trata de una etapa más y lo que, muchas veces, suele presentarsenós como  problemático, es tan solo un proceso natural de esta fase de la vida. Un ejemplo de lo anterior es el desapego de las figuras parentales y la búsqueda de pares. Los amigos juegan un papel fundamental en este proceso porque será en ellos, y no en nosotros como adultos, en quienes se vea más reflejado el joven en crecimiento.

En el grupo de amigos los niños van dejando de ser tales para ir en búsqueda de una nueva identidad, para esto es necesario que las personas con las que se relacione compartan los mismos gustos y tendencias. Esto es natural y no reviste en si, peligro alguno.

Para los padres resulta doloroso comenzar a notar ese desprendimiento, porque inevitablemente nos trae a la mente la idea de independencia de ese hijo o hija que empieza a elegir por si mismo lo que desea y con quien compartirlo.

La mezcla de sensaciones que esto nos produce como padres también forma parte de un proceso natural, tanto la tristeza del desarraigo como los miedos que acarrea no saber si los amigos elegidos serán una buena o mala influencia para nuestros hijos.

Fomentar el diálogo y la conversación desde que comienzan a entender las palabras será de gran ayuda para esta etapa que se avecina.

La confianza y la franqueza serán para los padres los instrumentos más eficaces para obtener información acerca de las actividades  que realiza a diario el adolescente junto a sus pares.

Un secreto importante a tener en cuenta para que esta confianza se desarrolle y no quede estancada, es ser prudentes a la hora de preguntar.  Manifestar una actitud comprensiva (aunque interiormente estemos en contra de lo que nuestro hijo manifiesta), y respetar sus tiempos y opiniones.

Siempre y cuando el niño ya crecido se dirija a nosotros con respeto, nosotros lo haremos del mismo modo; pero si su actitud es desafiante y no da lugar al diálogo en reiteradas oportunidades, no estallemos en ira sin antes obtener el porqué de esa reacción.

Las actitudes desafiantes, si bien forman parte de este período, también pueden estar denunciando que hay algo más profundo por lo que está atravesando el joven y que no sabe cómo resolver.

Ante estas situaciones mantener la calma es clave, porque resolver los hechos a los gritos en una discusión sin cuartel, no hará que se llegue a un acuerdo, mucho menos tratándose de un chico en esta etapa.

Descolocarlos o tomarlos desprevenidos con respuestas no esperadas por ellos, en ocasiones da buenos resultados.

Mientras intentan provocar nuestro enojo, mantenernos en una actitud de tranquilidad y equilibrio, puede marcar una diferencia importante.

Luego, esperar el momento oportuno donde notemos que se han calmado las aguas para acercarnos y, paso a paso, ir indagando qué fue lo que desató su enojo.

En definitiva cada etapa tiene sus altibajos y particularidades. Así como los padres no buscarán compartir cuestiones serias y privativas de este período con los niños; del mismo modo, hemos de entender, que nuestros hijos buscarán mayormente compartir las vicisitudes de la edad que les toca vivir, con personas que estén vivenciando las mismas situaciones.

Mantener una actitud positiva ante estos cambios y, sobre todo, comprensiva hará aumentar la interacción con nuestros hijos y la tranquilidad tanto para ellos como para nosotros.

 

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