El miedo y sus aplicaciones: cultural, institucional, personal

El miedo y sus aplicaciones: cultural, institucional, personal

El miedo y sus aplicaciones: cultural, institucional, personal

El miedo y sus aplicaciones. Salud emocional.

 

El miedo, en su expresión fisiológica, es un conjunto de sensaciones que van desde una simple sensación de peligro, hasta síntomas como:  transpiración, temblor, taquicardia, falla de esfínteres, vómitos, parálisis, shock e incluso, la muerte. Este fenómeno tiene injerencia en nuestra psiquis, nuestras emociones, nuestro cuerpo y nuestro espíritu.

El miedo es el más primitivo resorte de supervivencia que conservamos aún luego de tanta evolución tecnológica, cultural y social. Gracias a él nos mantenemos vivos, nos permite anticipar desastres, huir del peligro, armar estrategias para defendernos, etc. Nadie se escapa de él, porque es el motor de las acciones más cobardes y también de las reacciones más valerosas.

Sin embargo, cuando el miedo se transforma en un paradigma que invade la dinámica de la vida, deja de ser saludable. En la historia de la humanidad, aún hoy se registra la existencia de gobiernos cuya principal arma de subyugación y dominación, fue el miedo. El poder del Estado al servicio de unos pocos y en detrimento de la mayoría, necesita esta fiel herramienta, para preservar su poder ejecutivo. El miedo institucional daña la capacidad de progreso y autogestión de las personas, viendo su creatividad y expresión, limitadas por las excesivas regulaciones.

El miedo cultural, por otra parte, es el que se instala en la sociedad, donde raza, religión, sexualidad, son factores de discriminación y limitación. El rechazo  incluso en pequeñas comunidades, anula la posibilidad de integración. No hay mayor temor social que el de la exclusión y segregación, puesto que somos animales de manada, sociales, es vital  formar parte del entorno.

Por último, el miedo personal, es el mayor obstáculo que el hombre enfrenta, ya que se encuentra enquistado en su interior, como un parásito que destruye cualquier intento de superación. Las peores emociones y reacciones humanas, devienen del miedo. La ira es el miedo a ser dominado, la angustia, es el miedo al fracaso, la ansiedad es el miedo al futuro, el resentimiento es el miedo a no poder con el pasado, la culpa es el miedo a encontrarnos con nuestros errores, el odio es el miedo al poder ajeno, la envidia es el miedo a la propia incapacidad de logros, los celos son el miedo a no merecer amor, la pereza es el miedo a errar en la acción.

Incluso, en una visión más positiva, podemos decir que las mejores emociones también tienen cierto sustrato de temor. El amor, puede considerarse como miedo a la soledad, la solidaridad, a veces esconde al miedo de no ser buenos, incluso hay parejas que desean tener hijos, por miedo a no realizarse como seres humanos, algunos escriben por miedo a ser olvidados, otros triunfan en los negocios por miedo a la pobreza, o son muy famosos y tienen miedo al anonimato. El miedo al futuro, está haciendo maravillas, en cuanto a la generación de  ideas para resolver el triste tema de la polución y destrucción del medio ambiente. El miedo a la enfermedad hace que vayas al doctor, el miedo a verte y sentirte mal, te llevará a la puerta del gimnasio.

Quiero decir que el miedo afecta al hombre y a cualquier especie animal (e incluso vegetal, según se ha probado), en conciencia de esto, es que podemos gestionar en nosotros un manejo eficaz de sus bondades y perjuicios. Si perdemos el control frente al miedo, seremos presa fácil de muchas enfermedades, problemas, frustraciones y tristezas, ya que todas nuestras capacidades se verán coartadas. La mejor manera de ser dueños de un temor saludable, es sentirnos convencidos de que estamos a salvo, de que podemos correr riesgos con prudencia, y sobre todo, hacer prevalecer nuestra voluntad de guerreros de la vida. Entonces, ni el miedo institucional, ni el cultural, ni el personal, serán un obstáculo para la realización de nuestras metas y objetivos de vida.

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