Algunos desafíos para el sistema educativo colombiano

El actual sistema educativo colombiano se encuentra con muchos obstáculos por delante si se quiere ofrecer a los habitantes de este país una educación de calidad, que realmente se convierta en herramienta transformadora de la sociedad, y que iguale las oportunidades de niñas y niños de los más diversos orígenes y características.

La principal característica de la educación en Colombia es precisamente, la enorme brecha existente entre los dos subsistemas escolares, que a su vez determinan la división de las clases sociales. Así, existe una oferta académica de calidad, aunque con un acceso reservado para estudiantes de clase media y alta, de mayores ingresos y prestigio social. Así, existen diversos colegios privados de primaria y secundaria de tipo académico y las Universidad.

 

Un considerable sector de la sociedad, perteneciente a las clases populares, tiene solamente como opción el ingreso a las escuelas primarias públicas y a unas pocas escuelas vocacionales, con posibilidades restringidas de acceso a los establecimientos de enseñanza media y superior.

Estos dos universos diferenciados dentro de la educación colombiana son la razón de que subsistan profundas desigualdades de oportunidades educativas. Pero además, otros aspectos caracterizan a este sistema educativo, como un sistema escolar que no se condice con las necesidades educativas reales de los niños y niñas, donde se pone el acento más en un saber enciclopédico que una preparación adaptada a las exigencias sociales, un sistema de educación media colapsado ante una demanda creciente, producto de la llegada de alumnos que no fue sino hasta ahora que vieron posibilidades de alcanzar esta instancia.

Otra característica que se agrega es la existencia de diferencias en la formación de los maestros y la desvinculación entre los de las diversas ramas de enseñanza. Finalmente, un obstáculo no menor es de origen cultural, y es que persiste el concepto de que la educación, como símbolo de prestigio y medio de ascenso en la sociedad, libera de actividades reservadas a las «clases bajas”.

Pero si hay un factor verdaderamente preocupante en la educación en Colombia, es que aún existen gruesas franjas de población que no logran acceder a la escolaridad, para quienes no hay posibilidad de acceso a la educación. Es decir que el diagnóstico de la educación colombiana es complicado desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo.

Este panorama es el que explica que Colombia haya conseguido el puesto 61 de 65 en las pruebas PISA (sigla en inglés del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, el examen más importante del mundo con alumnos de 15 años), apenas por encima de Perú, Indonesia y el emirato de Quatar.

Un factor determinante de esta situación es la baja calidad de los docentes. Esto se debe a que si bien desde 2001, es posible que los profesores sean evaluados en su calidad, buena parte del plantel de docentes de la educación colombiana pertenece al viejo estatuto de contratación de maestros estatales, que impide su evaluación.

Los antiguos profesores no aceptaron la aplicación en retroactivo del sistema de cualificación docente, y es así que el salario de un maestro no se determina por su capacidad sino por su antigüedad. Deberán pasar al menos dos décadas para que los maestros del viejo estatuto se retiren por completo.

Una baja calidad salarial y problemas de adecuación de los contenidos a la práctica laboral, hacen que la educación también resulte de mala calidad. También, la existencia de numerosos centros de formación con poco o ningún control oficial.

Por último, un dato no menor es que el 70 por ciento de los estudiantes que presentaron el examen PISA, están por debajo del nivel mínimo en tecnologías de la información. Otro sondeo denominado “Encuesta de alfabetización digital”, encontró que solo el 45 por ciento de los colombianos tiene una vaga noción de tecnología. Y los resultados del idioma inglés, son igualmente desalentadores, tanto en el porcentaje de personas que manejan el idioma, como en la calidad de los docentes que lo enseñan.

Desde luego, este tipo de panoramas pueden no hacer justicia a algunos casos individuales donde esto no ocurre, sin embargo, para lograr una educación que realmente iguale oportunidades, Colombia tiene por delante un gran desafío.

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