La vida virtual después de la muerte real – ¿muros del recuerdo?

La vida virtual después de la muerte real – ¿muros del recuerdo?

Las personas se autodefinen a través de sus muros. También se muestran a través del tenor de los mails que envían. Se puede describir a una persona que jamás conocimos, si tenemos acceso a su muro. Sabemos si le gusta cierto deporte, si es fanático, si es romántico, espiritual, activista por el medio ambiente, por la política, si escribe, si come mucho, si tiene muchas fiestas o es solitario, qué grupos que integra. Todo define, más que un perfil armado, la personalidad de un usuario.  Porque sin quererlo, exponemos un mapa interior en nuestras cuentas. Aún los más misteriosos, con perfiles ocultos o que apenas dicen un nombre; a  pesar del intento por mantenerse anónimos, dejan entrever su idiosincrasia personal. No sabremos quién es, pero podremos deducir casi con certeza cómo es.

El ser humano no puede dejar de expresarse, de miles de maneras, y las redes y cuentas que posee, son el espacio ideal para hacerlo. Sus preferencias por tal grupo, por contactos con ciertos perfiles, dónde clickea un “me gusta”, qué comparte, qué mails reenvía. Se puede saber su religión, su equipo favorito, sus temas predilectos y mucho más. O sea que las cuentas son una forma nueva de biografía implícita.

Entonces, qué ocurre cuando la persona abandona el mundo real pero su existencia virtual persiste, indefinidamente, en las cuentas que dejó? Mails que ya no leerá, estados que no compartirá, seguirán fluyendo sin su aporte. En las redes podemos contar con miles de amigos y contactos que en realidad no nos conocen, pueden no enterarse de que ya no estamos, así que todo continuará.

Algunas empresas de Internet admiten que un familiar cierre la cuenta, certificando el deceso, otras son más reticentes. En cuanto a las cuentas de correos electrónicos, poco se puede hacer si no se tiene la contraseña, algunas cuentas, que tienen más de un año de inactividad, son cerradas por la empresa, pero no siempre sucede.

En cuanto a las redes sociales como Facebook, Twitter, y redes de encuentros, lo que se puede hacer es informar el deceso, en el muro de la persona y de esa forma detener el flujo, al menos en parte. Se podría hacer, por ejemplo, un tributo de amigos en el muro, una despedida virtual y que los que quieran, lo borren de sus contactos, para que su muro “descanse en paz”. Aunque es probable que muchos no deseen borrarlo, manteniendo el contacto como un recuerdo. Entonces el muro, la biografía, las fotos, serán atesorados por los que guarden afecto y memoria.

Cada día descubrimos más implicaciones de este mundo cibernético, con las que no contábamos, vamos aprendiendo sobre la marcha. Es posible que se comience a prever este tema y que cada uno deje un sobre con contraseñas junto con nuestras últimas palabras y deseos.

Lo cierto es que nuestros muros y cuentas, plasmarán una imagen nuestra, que vivirá más allá de nosotros. Ahora todos tenemos el privilegio del artista, al ser recordados por nuestra pequeña obra: un simple muro con un perfil detrás.

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