Mindfulness en niños, beneficios y su práctica

Mindfulness en niños

Mindfulness en niños, beneficios y su práctica

Mindfulness en niños, beneficios y su práctica. Salud.

 

Conocemos como mindfulness al hábito de ejercicios mentales que nos permiten conectarnos con el aquí y ahora, salirnos del ritmo acelerado que prácticamente nos impone la vida moderna. Nuestros niños – lamentablemente – suelen adquirir esos mismos hábitos ansiosos y acelerados de los que renegamos, por eso es excelente enseñarles desde pequeños mindfulness en niños, técnicas que los ayuden a no preocuparse excesivamente por lo que vendrá, sino conectarse con su momento presente, disfrutando de cada paso que dan en sus vidas.

Los niños son naturalmente impacientes. Es un ejercicio de maduración aprender a esperar, a ciertas edades tempranas es casi imposible para ellos discernir entre deseo y necesidad, ni encuentran sentido a postergar lo que sea que estén pidiendo, sea por el motivo que sea. Si a eso le agregamos que los adultos que los rodean muchas veces son igual de impacientes y viven en una gran carrera tratando de llegar antes a todas partes, no es de extrañar que los niños muy pronto terminen estresados. El mindfulness ayuda a volver a colocarlos en su eje y a que ejerciten la espera y el anclaje al aquí y ahora.

Entre los beneficios del mindfulness en niños, destaca que se mejoran los procesos de aprendizaje, la atención, la creatividad y el rendimiento académico. También ayuda a desarrollar la concentración e ignorar distracciones. Los niños pueden regular sus emociones, encontrar tranquilidad y equilibrarse cuando sienten emociones negativas como enfado, angustia, molestia, impaciencia.

También aumenta la introspección, ven más claramente lo que sucede en su interior, en su exterior, en los demás y en su entorno. Desarrollan la compasión y la amabilidad hacia si mismos y hacia los demás. Despliegan la paciencia, la empatía, la alegría por el bienestar de los demás o la ecuanimidad. Se sienten más seguros y se relacionan mejor con los demás.

 

Algunos ejemplos de ejercicios mindfulness para niños:

Tocamos una campana, pidiendo al niño que levante su mano cuando ya no oiga nada y el sonido haya desaparecido.

Juega a que son extraterrestres que visitan la tierra y prueban por primera vez alguna fruta o alimento, el niño debe describirlo con cinco características: que forma tiene, cual es su color, si pesa, si es blando o duro, si es suave o áspero, su aroma, su sabor.

Intentar recordar cinco cosas que vean de camino al colegio o a cualquier lugar, en la visita a un museo o en un simple paseo por la calle, tratando de describir con muchos detalles.

Una forma de aprender a conectar con sus emociones es hacer un “parte meteorológico”. Cómodamente sentados, el niño debe cerrar los ojos y describir cómo se siente: soleado si está tranquilo, o si hay nubes y está a punto de caer un chaparrón, o quizá si hay una tormenta. Enséñale a que se perciba sin juzgarse. Puede ser que en otro momento del día cambie, pero ahora es como es, y así está bien. Los estados de ánimo cambian como cambia el tiempo, pasan por si mismos.

Atentos y quietos como una rana. La rana es un animal que suele utilizarse para enseñar a los niños a estar tranquilos, pues puede dar grandes saltos pero también puede quedarse muy quieta, observando todo lo que pasa a su alrededor pero sin reaccionar de inmediato, respirando con mucha calma. Al respirar, su barriga se infla y desinfla. Aprenderemos a respirar como la rana, prestando atención a nuestra barriga que sube y baja.

Otro ejercicio útil para aprender a respirar es el chocolate caliente imaginario. Ahuecamos las manos como si tuviéramos una taza imaginaria en ellas, incluso se puede utilizar una taza vacía. Jugamos con los niños a imaginar que es chocolate y que cuando inhalamos aire estamos oliendo el chocolate, y cuando sacamos el aire la estamos soplando para enfriar el chocolate. Con este ejercicio, calmamos nuestra respiración y nos relajamos.

Aprender a respirar es útil también para aprender a esperar. Cuando les pedimos “dame un minuto”, muchas veces no dimensionan el tiempo. Pero si contamos las respiraciones que hay en un minuto, podemos pedirles “respira x veces y entonces estaré contigo, y te daré lo que me pides”.

Tomarse un momento del día para agradecer lo bueno que se tiene, es independiente de cualquier religión, y un grandioso ejercicio de mindfulness y de vida. Nos permite recapitular y comprender cuán afortunados somos. Cría a tus hijos como personas agradecidas y que se sientan bendecidos por lo que tienen, que seguro es mucho más que lo que tienen otros.

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