¿Cómo mantener el compromiso con el ejercicio y la alimentación saludable?

Comenzar a hacer ejercicio y cambiar nuestros hábitos suele ser la parte más fácil. Tenemos nuestra motivación al máximo, consultamos con especialistas, nos anotamos en el gimnasio y creemos que los resultados llegaran de inmediato.

El problema se presenta cuando, tras unos días o semanas, nuestra determinación comienza a flaquear, y comenzamos a dudar de los cambios que realizamos, porque tal vez esos resultados no se están haciendo visibles tan rápido como esperábamos. ¿Qué hacer en estos casos en que nuestra mente nos hace perder confianza?

 

Darle tiempo

No se trata de que no podamos ejercitar por mucho tiempo porque seamos débiles. Se trata de que anhelamos tener un perfecto estado físico de la noche a la mañana, y sumado a eso, esperamos resultados que no se presentan, y la frustración nos genera ganas de renunciar.

El compromiso con el ejercicio y la alimentación saludable no es algo que se pueda prender y apagar como un interruptor es nuestra psique, sino un proceso gradual. Se comienza de a poco y se construye desde allí, un esfuerzo a la vez, un día a la vez.

Debemos reeducarnos lentamente y adaptarnos a la idea de ejercitar, incorporarlos en nuestra vida diaria en pequeñas dosis al principio, y recién allí seremos capaces de comprometernos más seriamente a la larga.

 

Premiarnos

Es importante premiarse de vez en cuando, y tener algo a lo que aspirar después del trabajo duro que venimos realizando. Los días “permitidos” existen por esa razón, para ayudarnos a mantener nuestro compromiso. Elegir un día de la semana para darnos los gustos nos da una meta a la que apuntar: “Todo lo que debo hacer es aguantar hasta el sábado, entonces podré darme el gusto de comer esa torta”. De este modo no solo tendremos un “consuelo” mientras nos apegamos al régimen, sino que descubriremos que esos alimentos-premio se vuelven mucho más deliciosos y satisfactorios de lo que suelen ser.

 

Ser paciente

No hay atajos cuando se trata del ejercicio físico, solo requiere de trabajo duro, y principalmente, paciencia. La suficiente para tener constancia, y para no caer en “dietas milagrosas” o “productos mágicos” que prometen resultados rápidos, pero irreales. Estos resultados podrán ser veloces, pero también son temporales, y a la larga nunca valen la pena.

En vez de caer en esas trampas, lo ideal es mentalizarse para un plan de duración considerable, y proponerse metas que puedan alcanzarse realistamente, sin tener que matarse de hambre o deslomarse ejercitando.

No caer en “dietas milagrosas” o “productos mágicos”
No caer en “dietas milagrosas” o “productos mágicos”

 

Integrar los cambios a nuestro estilo de vida

Convertir nuestros nuevos hábitos saludables en cosas que hacemos día a día, como el lavarnos los dientes cada mañana, es la mejor manera. Al fin y al cabo, se trata de cosas que hacemos por nuestra salud, pero a largo plazo. Hacer algo pequeño, como completar una rutina de ejercicios simples diariamente, resultará más beneficioso que ir al gimnasio dos veces por semana e instalarse allí por varias horas.

 

Visualizarnos en buena forma

Ejercitar y cambiar los hábitos físicos es algo que, irónicamente, esta todo en nuestra mente. Lleva trabajo y dedicación física, pero lo más importante siempre está en nuestra manera de pensar, en vernos a nosotros mismos como personas capaces de cambiar, de ponernos en forma y mantenernos así.

Si cambiamos nuestra manera de percibir nuestra propia persona y nuestros potenciales, y nos convencemos, gradualmente al principio, y luego por completo, de que podremos alcanzar nuestras metas, todos los esfuerzos se volverán más fáciles y no nos invadirán las dudas.

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