La tumba del padre de Alejandro Magno

Un nuevo estudio forense, parece zanjar un prolongado debate de la arqueología griega sobre el sitio de enterramiento del rey Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno.

 

La tumba del padre de Alejandro Magno

Desde la excavación de las tres Tumbas Reales del Gran Túmulo de Vergina, en 1977 y 1978, muchos arqueólogos han pensado que Filipo II fue sepultado en la Tumba II, denominada “Tumba de Filipo”. Sin embargo, el análisis de los huesos de las piernas del adulto masculino hallado en la Tumba I, reveló una grave herida de lanza que corresponde a la descripción de antiguas fuentes escritas sobre la lesión que sufrió Filipo II durante una batalla librada en 339 a.C.

Los autores del estudio –publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences- aseguran que esto no solo aporta una prueba definitiva del lugar donde yace Filipo II, sino que también sugiere que algunos artefactos del ajuar funerario de la Tumba II podrían pertenecer a Alejandro Magno.

El equipo de arqueólogos griegos y españoles es el primero en analizar los restos de los tres esqueletos de la Tumba I. Descubrieron que los huesos pertenecen, respectivamente, a un hombre de mediana edad, una mujer que contaba unos 18 años al morir, y un recién nacido de sexo indeterminado.

La evidencia forense confirma que –según lo asentado en fuentes literarias antiguas- tales eran las edades de defunción de Filipo II, por lo menos una de sus siete esposas y su bebé. Tres años antes de su asesinato (en 336 a.C.) Filipo II recibió una herida devastadora durante una disputa con la tribu traciana de los tribalios, pues se rehusó a compartir el botín de su reciente campaña contra los escitas.

Aunque autores de la antigüedad, como Séneca, Plutarco y Demóstenes difieren en la ubicación precisa, todas las fuentes afirman que sufrió una lesión en la pierna que lo dejó permanentemente lisiado. Los huesos de la pierna del adulto masculino de la Tumba I presentan un enorme orificio en la rodilla izquierda que ocasionó una grave anquilosis (fusión anormal de los huesos que impide el movimiento).

La longitud de la tibia y el peroné indican que, antes de la lesión, el individuo habría tenido una estatura de casi 1.8 metros, muy superior al promedio de la época.

Después de la herida, probablemente ocasionada por un proyectil de movimiento rápido –como una pica o lanza-, Filipo II debió caminar contoneándose y ladeando la cabeza a la derecha, para compensar.

En la Tumba II hallaron un par de espinilleras –parte de la armadura que protege las piernas-, y muchos arqueólogos conjeturan que debieron pertenecer a Filipo II porque una es más corta que la otra, lo que apunta a que fueron hechas a la medida para un individuo con extremidades de distinta longitud.

Sin embargo, Antonis Bartsiokas, uno de los autores principales del artículo, cree que las espinilleras pertenecieron, en realidad, a Eurídice, esposa de Arrideo, medio hermano de Alejandro Magno. “Fue una guerrera que combatió en muchas batallas”, dijo. Es posible que también sufriera una herida que la obligó a usar espinilleras como esas.
Ante la nueva evidencia de que Filipo II está sepultado en la Tumba II, Bartsiokas y sus coautores arguyen que los esqueletos de la Tumba II deben pertenecer a Eurídice y Arrideo. De ser así, es posible que parte de la armadura de Alejandro Magno pueda estar enterrada con la pareja.

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