Hombres de jaulas: el ser humano que lo enjaula todo

El ser humano ha hecho gala de su poder  y dominio sobre otras especies, al principio con fines de supervivencia y luego, indiscriminadamente, por placer, aburrimiento, o comercio,  violando sistemáticamente el derecho de libertad de los animales.

Desde el rumor de la historia más antigua, cuando por primera vez un hombre buscó la manera de retener a un animal, la jaula ha sido, junto con la trampa, un símbolo inequívoco de la obsesión humana por el control.

A través de cientos y cientos de años, los animales han sido atrapados, transportados, utilizados y explotados de todas las maneras posibles. Así fue como las especies más maravillosas sucumbieron en la extinción.

Hoy en día, a pesar de la legislación existente en todos los países sensibilizados por el tema del tráfico animal, las especies exóticas continúan haciendo las veces de souvenirs para curiosos clientes, que buscan un estatus especial al poseer animales “originales” y diferentes.

El snobismo puede ser muy dañino para el planeta, en su nombre se utilizan materiales no renovables para construcciones lujosas, maderas protegidas, uso y abuso de recursos, y disponibilidad a discreción, de todo ser vivo al alcance.

 

¿Qué busca el hombre?

La relación del hombre con su entorno es tema ya referido por todos. Pero comprender el porqué de su actitud, tal vez nos abriría un nuevo sendero hacia el cambio real.

Es obvio que las prohibiciones y leyes, castigos y multas, no han sido suficientes para terminar con este problema. El abuso continúa…

Tentando una teoría, podríamos decir que el hombre se siente tan inseguro que requiere un control absoluto sobre el medio ambiente. Precisa utilizarlo todo, tomarlo todo, cercar, enjaular, delimitar, etc. Y sólo puede interpretarse como una respuesta compulsiva al estado de temor interior.

¿A qué le teme el hombre? A quedar a merced, no del medio, sino de sí mismo. Por ello, sintiéndose incapaz de adaptarse positivamente, dedica su creatividad a modificarlo todo según su propia idea de la vida.

Y como el entorno que construimos es el reflejo de cómo nos sentimos en nuestro interior… vaya hallazgo, el hombre se siente atrapado por el sistema que ha creado, sin saber cómo recuperar la libertad que se ha privado a sí mismo. El miedo a la carencia lo ha llevado a ser posesivo, y el miedo a la pérdida, a retener y controlar.

Porqué necesita un perro una cadena, si no quiere más que estar al lado de su amigo humano, porqué cortar las alas de un ave, si su belleza se despliega en el vuelo.

Los animales víctimas de tráfico, aún en cautiverio son naturalmente libres. El hombre, en cambio, ha sido atrapado por su ambición y su necesidad de control del todo que es su mundo.

Es posible que esta práctica no cese hasta que los seres humanos comprendan que no es necesario poseer a los animales, las personas o los recursos, porque somos parte inseparable de la totalidad y en ella solo existe la abundancia y la libertad.

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