Genética: tenemos más en común con nuestro padre

Podemos vernos parecidos a nuestras madres, o tener un par de actitudes similares… pero, la realidad, nuestros genes tienen más en común con la línea paterna, aseguró un estudio.

Es una buena noticia para aquellos padres con complejo o que temen a su esposa: los científicos dicen que, genéticamente, somos más parecidos a nuestros padres.

El hecho es que un estudio ha encontrado que, a pesar de que podríamos ver como nuestras madres, nuestros genes tienen más en común con la línea paterna.

El hallazgo tiene implicaciones importantes para el estudio del desarrollo de las enfermedades y, a su vez, la búsqueda de tratamientos efectivos.

Las mutaciones genéticas en la herencia de los mamíferos aparecen en muchas enfermedades comunes pero complejas, como la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, esquizofrenia, obesidad y cáncer.

Así es cómo los Investigadores de la Universidad de Medicina de Carolina del Norte en los EEUU descubrieron que aunque heredamos cantidades iguales de mutación genética de nuestros padres (las variantes que nos hacen ser lo que somos como individuos) en realidad “usamos” más del ADN que heredamos de nuestro padre.

Es la palabra del profesor Fernando Pardo-Manuel de Villena, quien dirigió la investigación, el que dijo: “Este es un nuevo hallazgo excepcional de la investigación que abre la puerta a una nueva área de exploración en genética humana.”

Explicó: “Sabemos que hay 95 genes que están sujetos a este efecto provenientes del padre, de origen. Se llaman genes impresos, y pueden jugar un papel importante en las enfermedades, en función de si la mutación genética vino de parte del padre o de la madre.”

Lo que han descubierto a ese respecto es que, además de ellos, hay miles de otros genes que tienen un efecto novedoso de parte de los padres.

Para el estudio, los investigadores seleccionaron tres cepas puras y genéticamente diversas de ratones, cada descendiente de una sub-especie que evolucionó en diferentes continentes. Estos ratones fueron criados para crear nueve tipos diferentes de descendencia híbrida en la que se utilizó cada cepa como padre y madre.

Cuando los ratones alcanzaron la edad adulta, los investigadores midieron la expresión génica en cuatro tipos diferentes de tejidos, incluyendo el cerebro.

Se cuantificaron la cantidad de expresión génica que había sido derivada de la madre y la del padre de cada gen en el genoma. Así es cómo descubrieron un desequilibrio en la descendencia que hizo su gen cerebral significativamente más relativo a su padre.

Los investigadores dijeron que el estudio de mutaciones genéticas en las pruebas con ratones que tienen “padre de origen” permitirá a los científicos generar y aumentar los conocimientos, precisando aún más sobre las causas subyacentes de la enfermedad y la creación de métodos para tratarlos. Éste estudio está publicado en la revista Nature Genetics.

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