Fiestas de Fin de Año: una pequeña guía de supervivencia (Parte 2)

Muchas personas comenzarán estas navidades o año nuevo desde hoy, enfrentándose a una lucha eterna que parece recomenzar todos los finales de año: la cena familiar. Parecería que uno se está quejando del hecho de tener a todos sus seres queridos bajo un mismo techo. Pero la realidad es que  por más amor que exista, muchas veces suele ser agotador, e incluso, en circunstancias, agobiante.

Parte del problema, debemos admitir, es la pereza. Intentar permanecer en nuestra zona de confort es simplemente más fácil que salir y enfrentar el mundo (aún si este “mundo” sea nuestra propia familia), y esto es algo en lo que debemos trabajar para superarlo y mejorarnos. Si no luchamos contra esas debilidades, no conseguiríamos hacer nada en absoluto.

Luego está la rabia. Una parte de mí cree que los eventos deportivos o los “especiales televisivos  navideños” que son transmitidos durante las fiestas son para personas que necesitan un pretexto para pretender disfrutar de ellos. Incluso los eventos en vivo, como artistas musicales presentándose la misma noche buena. La naturaleza forzosa de todo el espectáculo me sobrepasa, me es imposible comprenderlo.

Lo que sí brilla por su ausencia en esta lista de los ingredientes que componen este extraño platillo navideño de festejos de fin de año bajo ningún sentido se asemejan a cualquier clase de timidez o ansiedad social. De niño o adolescente es probable que jugaran un papel. Pero no ahora. Una sala llena de gente es una sala llena de gente. Puedo sentir o incluso ser su desarrollo físico, intelectual y social.

 

El Camino del Introvertido

Desde el momento en que recibiste la invitación, no querías ir. Ya llegaste y todavía quieres irte a casa. Todavía, aún con un pie afuera, bajo las últimas luces de la velada, seguimos rogando por que nunca halla llegado. Terminamos con dolor de cabeza, te molesta el cuerpo y te deja mental y corporal agotado por el resto del día siguiente (si no es por una semana).

Es por ello que Sophia Dembling escribió su libro “El Camino del Introvertido”. No es que seas una persona tímida o un perezoso; pero más bien eres una persona introvertida. “La definición real de un introvertido es alguien que pierde energía mediante la interacción social”, asegura Dembling. “Un extrovertido gana energía de ella.”

Muchas personas contemplo esos momentos para estar en silencio. Otros necesitan la interacción constante. “Cuando un panel de extrovertidos con fines de investigación dicen que ellos se deprimen si no llegan a ir a fiestas y conocer a mucha gente. Ellos consiguen realmente llegar a ser infelices si no lo logran”, comenta.

Por su parte, los introvertidos simplemente no tienen la motivación necesaria para ir a una fiesta. Es que no es su idea de “pasar un buen rato”. A su vez, no son los más indicados para comenzar charlas ocasionales y ligeras. Es por ello, al introvertido le gusta conocer gente que ya conoce, profundizando su conocimiento sobre las personas con las que ya tiene relación, de modo que pueden pasar de largo todo eso y participar adecuadamente en una fiesta familiar de fin de año.

 

El Introvertido conjuga los dos mundos

¿Qué puede hacer el introvertido para sobrevivir la temporada de fiestas? Dembling aconseja a encontrarse a sí mismo en una “ocupación” festiva, como encargado de las bebidas, por lo que la atención se centrará en qué lugar ocupa más que en la socialización misma. O encontrar un rincón que (por más que sus instintos lo insten a otra cosa) no se encuentra demasiado fuera del movimiento central de personas, y se compromete con las personas que pasan, teniendo conversaciones ocasionales con quienes pasan por ese sector.

Pero, por sobre todo, debería aprender a respetar su propio grado de introversión (o incluso la timidez, la ansiedad o el miedo).  Por ejemplo, si sabes que hay una fiesta importante que está por venir el fin de semana y a la que debes ir sí o sí, asegúrate de comenzar la semana anterior a comprometerte con ese estado mental y de tener un montón de tiempo para recuperte después.

Lo más importante es recordar: tienes el deber de ir a estos eventos, porque otras personas quieren verte. Todo el mundo tiene el placer de verte y a muchos otros les gustaría conocerte. Será más probable que mantengas la cabeza en alto con una sonrisa en la fiesta y con toda seguridad se convertirá en una profecía autocumplida.

Y trata de recordar que todas aquellas personas que tratan de arrastrarte a la pista de baile no son “entrometidos malvados” que buscan tu dolor y sufrimiento intentando ponerte en una situación incómoda. Sólo son extrovertidos. En realidad, sólo quieren pasar un buen momento y quieren que nosotros también tengamos una buena velada. No es culpa de nadie que no entiendan que eres un caso inquebrantable del cual no van a poder sacarte.

Por mi parte, mi consejo personal incluye: no olvides tu distracción personal (si es un libro, un libro; si es un cubo rubik, el cubo será) ya que, sea lo que sea, te ayudará a descomprimirte en pocos minutos si comienzas a tener ansiedad y necesitas un par de minutos de “descanso”.

A su vez, no te cases con una persona extrovertida. Incluso estar en pareja con una persona extrovertida se convierte en todo un gran problema al momento de las fiestas de fin de año. Nadie se pone de acuerdo en qué hacer y cuando; y, si no termina en una gran pelea, es probable que uno de los dos termine haciendo algo que no quiere y que el otro sí (sintiéndose “obligado”).

Salir y luego quedarse fuera se torna más sencillo con la práctica. Si al principio no tienes éxito, intentalo e intentalo de nuevo. El “héroe” que cada persona introvertida lleva dentro de sí mismo saldrá a flote, eventualmente. De modo que, a aquellos que la festejan, tengan una feliz navidad y un feliz (a nuestra manera) año nuevo para todos ustedes.

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