¿Existen la buena y la mala suerte?

Cuando se habla de surte están quienes creen que existen, quienes son espirituales y confían, y los terceros que son aquellos que saben que el azar, la buena o mala suerte no existen, sino que son nuestros actos los que acarrean cosas buenas o malas. Cada uno se inclinará por el que más crea cierto y razonable.

Si creemos en las leyes del Universo,  en la famosa ley de Atracción, entonces estaremos por ende creyendo que ataremos lo bueno como lo malo que damos y hacemos. Vale decir que aquí la vida es un eco y si se actúa mal, las consecuencias será que malas cosas nos lleguen y viceversa. Algo que de hecho es cierto en tanto no se haga hincapié en la buena o mala suerte.

Si nos inclinamos a lo espiritual, y dependiendo la religión la suerte existe o no. Todos se preguntan siempre por qué hay gente que tiene suerte y otra no. Y aquí la justificación es que todo se debe al espacio como al tiempo, y al Dios en el que se crea pensando que de Él vendrán cosas maravillosas si así lo merecemos.

Si en cambio razonamos un poco más, la suerte no existe. Uno no se saca un alto puntaje en un examen por casualidad, sino por causalidad, esa nota alta es el propio esfuerzo y merito. En la vida hay situaciones dichosas y otras que no lo son, es cierto. También hay malas rachas. Pero admitamos que la vida no es una lotería como se dice.

La gente espera un golpe de buena suerte cuando en realidad hay que poner fuerza y entusiasmo en cada cosa para lograr alcanzarlo. Cada uno creamos nuestra propia vida o suerte, si así prefieren decir. De nosotros depende que las cosas salgan bien o mal, y para ello es necesario saber auto analizarse y tener capacidad de autocrítica.

Es cierto también que a mucha gente que hace todo bien, muchas cosas le salen mal y sufren. Entonces aquí cabria preguntarse no el porqué, sino el para qué. Todo tiene su razón de ser. Quizás una muy mala situación llegue a nuestras vidas para enseñarnos algo y para que tomemos por un camino mucho mejor.

La mala suerte vendría a representar una nueva oportunidad para obtener algo machísimo mejor  y la cuestión  es saber identificar ese momento y saber también que hacer al respecto,  si quejarse o aprovechar de este tropiezo o llamado de mala suerte para encarar la vida de otra manera mucho más positiva.  Si somos negativos, seguramente todo traerá mala suerte porque nos mantendremos pasivos.

Es como si al quejarse de no encontrar un mejor empleo, dijéramos tener mala suerte en lugar de preguntarnos ¿Estoy haciendo lo suficiente para encontradlo? ¿Soy capaz como pienso? ¿En qué tengo que mejorar?  Por eso es que siempre hay que estar abierto a todas las posibilidades y oportunidades que aparecen en la vida. De la más superficial, y banal que nos parezca, puede surgir lo mejor. El asunto radica en no dejarla pasar.

Tampoco debemos juzgarnos ni pensar si estamos eligiendo bien o mal sino, insistimos, en analizar la situación y ver qué hay que modificar. Todo no nos puede ir mal. En algo entonces estamos fallando y debemos admitirlo. A Dios le podemos pedir fuerza y salud y creer pero Él no nos bajará ni un trabajo, ni una carrera, ni millones de dólares.

La buena suerte se construye,  cuando no la hay es fundamental revisar en que podemos estar equivocándonos sin intención alguna, y entones al identificar la falla y modificarla damos un giro extraordinario encaminándonos hacia la ruta de la buena suerte.

Cada quien optará por una creencia acerca de la suerte y todo es respetable. Cuando un alumno dice que  tuvo suerte en el examen, debería cambiar la frasee y decir “me fue bien porque estudié y los profesores fueron justos”. Si creemos en la suerte estaremos depositando en ella toda nuestra vida y esperemos de por vida que algo buena nos suceda, y ello nos lleva al fracaso y a más aumento de mala suerte, o bien podría decirse que nada iba a acontecer no nada se intenta.

Por no intentar,  mantenerse pasivo creyendo y poniéndonos un amuleto además por si acaso. En la vida la suerte no existe, nada se regala, todo es esfuerzo, confianza, y constancia. La suerte dejémosla para los juegos de azar que allí si interviene. El resto logrémoslo  y ganémoslo con nuestro esfuerzo y aplaudámonos por ello.

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