El nuevo Whitney, una piazza del arte en el High Line de Nueva York

El museo Whitney, casa y motor del arte contemporáneo estadounidense desde hace casi 100 años, presentó hoy su nueva sede en el High Line de Nueva York, concebida y ejecutada por el arquitecto italiano Renzo Piano como una «piazza» del arte que elimina las barreras entre el museo y la calle.

«Tenía que ser un espacio accesible, que no intimidara y no fuera pretencioso. Es un edificio que vuela, que, como el Centro Pompidou de París (que él mismo diseñó) da la bienvenida a la gente. No hay barreras entre la ciudad y el Whitney. Se entra en el mundo del arte y la libertad«, aseguró Piano lleno de orgullo al presentar un proyecto que le ha llevado siete años de trabajo. La libertad se traduce arquitectónicamente en ocho plantas diáfanas, con el milagro estructural de sostenerse sin columnas, complementadas con terrazas con vistas a los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

En cifras, 20.500 metros cuadrados de superficie 4.600 de ellos para galerías internas y 1.200 para terrazas que también expondrán esculturas e instalaciones. Todo ello abrirá al público el 1 de mayo y el 2 de mayor el museo será gratuito para presentarse.

Un proyecto que ha costado en total 760 millones de dólares (55 de ellos donados por la ciudad de Nueva York) y que, con la multiplicación del espacio, ha permitido revalorizar toda la colección permanente del Whitney.  Se han desempolvado innumerables obras de arte del almacén (más de un 20 % de lo que ahora se exhibe llevaba años sin ver la luz), que sirven para contextualizar y entender mejor algunas de sus obras maestras, y es por ello que el nuevo Whitney ha abierto sin más atractivo que el de todas sus pertenencias, recolocadas en la exposición «America is hard to tell».

«Esto no es el nuevo Whitney. Es el Whitney. Ese era el reto, porque todo el mundo amaba el edificio anterior (en la calle Madison) y había que trasladarlo aquí sin que dejara de ser el Whitney», aseguró. Aún podría decirse más: el Whitney es, en realidad, más Whitney que nunca en este edificio. Las ocho plantas recorren cronológicamente, de arriba a abajo, la evolución del arte contemporáneo estadounidense y, por ello, van ganando en altura conforme los formatos de los artistas se van haciendo más y más ambiciosos.

Además, todas las paredes, excepto las que corresponden a la fachada del edificio, son móviles. «Este museo no solo es para ver arte, sino que es también el material para que el artista trabaje sobre él», resumió el director de la institución, Adam Weinberg, para quien, con esta sede, el museo también recupera su condición de «casa del riesgo e innovación» con el que fue alumbrado en 1918 por la millonaria Gertrude Vanderbilt Whitney bajo el nombre de Whitney Studio Club.

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