Cómo aceptar el hecho de no poder tener hijos. Cómo transmutar el amor paternal

Cómo aceptar el hecho de no poder tener hijos. Cómo transmutar el amor paternal

Cómo aceptar el hecho de no poder tener hijos

Cómo aceptar el hecho de no poder tener hijos. Cómo transmutar el amor paternal

 

Tener hijos es genéticamente, la manera natural que tiene la especie de perpetuarse. Sin embargo, no siempre la naturaleza y las circunstancias se acoplan a este fin. Este hecho, puede ser consecuencia de diferentes factores:

1- Se ha postergado la concepción por motivos de estrategia familiar, problemas financieros, o excesiva ocupación laboral y el tiempo reproductivo ha pasado.

2- Uno de los miembros ya tiene hijos de parejas anteriores y no desea volver a empezar, lo que ocasiona una tensión con la parte que no ha tenido hijos y los desea.

3- Por razones psíquicas o fisiológicas, uno o ambos integrantes de la pareja no pueden procrear.

En este artículo, intentaremos dilucidar las razones más ocultas, detrás del deseo de tener hijos, para luego comprender la naturaleza de la frustración.

La necesidad de tener hijos deviene de la idea de perpetuarse en el otro, o ver materializada la energía misma del amor de pareja. Es una decisión basada en impulsos naturales y emocionales. De hecho, el aspecto primitivo ya se deja ver en la elección misma de la pareja. Sin que nos demos cuenta, elegimos por el olor, la forma, ciertas señales que despiertan en el hombre la sensación de que esa mujer será una buena criadora de su familia o manada, y la mujer detecta en el hombre señales que le dicen si será o no capaz de sustentar y proteger a los hijos. O sea, que toda la relación nace y gira alrededor de la idea de reproducción. Por esto es tan traumático en cualquiera de los casos en que no se logre.

Las terapias sobre el tema, llevadas adelante por los expertos, ciertamente ayudan a soportar la frustración y el dolor, por lo que son un camino coherente para sobrellevar la situación.

Pero quienes ya me han leído, saben que siempre quiero llegar más allá. Mi visión del tema es tal vez áspera, o incómoda, pero creo que puede servir para cambiar el punto de enfoque de quienes están sufriendo por la imposibilidad de procrear.

Primero quiero decir que aunque sea un llamado primordial, natural de la especie y su instinto de conservación, nosotros somos más que nuestras necesidades genéticas. Si analizáramos fríamente las razones por las que una pareja, o una persona, desean tener un hijo, no siempre están basadas en el instinto maternal o paternal y amoroso. A veces no hay mucha reflexión, se interpreta ligeramente, como una forma de realización personal, lo cual no es muy coherente ni justo en ningún aspecto: no podemos realizarnos en otro, solo nos realizamos como individuos, por nuestros logros, según nuestra propia evolución. Un hijo no es una expresión nuestra, sino de la vida, cargar con esto a un ser no es justo para su propia evolución.

Por otra parte, a veces se pretende traer un hijo a una situación desalentadora, ya sea familiar, emocional, o económica, sin pensar qué es lo que tenemos para ofrecer a un niño, y sin contar con la situación global que no es muy prometedora por el momento, con superpoblación, pobreza, incertidumbre de supervivencia, disgregación familiar, etc. El niño que quieres traer, deberá lidiar con una herencia humana complicadísima.

Si aún en vista de todos estos aspectos, hay un deseo inamovible de tener un hijo, pero las circunstancias no lo permiten, es necesaria una introspección, una revaloración de las propias virtudes, un nuevo planteo de los objetivos de vida.

Es óptimo transmutar esa energía que no ha podido expresarse en la crianza de un niño y proyectarla en obras y acciones de amor hacia otros y hacia nosotros mismos. Si no estás preparado para adoptar, puedes ayudar a familias numerosas, apadrinar niños con discapacidades, colaborar con comedores e instituciones de todo el mundo. No te guardes ese amor, porque se transformara en energía muerta, déjalo crecer, estallar a tu alrededor, el mundo necesita de esa energía para sanar sus heridas. 

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