¿Qué es la fobia social?

fobia social y trastornos de ansiedad

Podemos tenerles miedo a las arañas, tenerles miedo a las serpientes, a los ratones, tal vez podemos temerles a los difuntos, como también a los fantasmas o espíritus. Hay muchas cosas que nos pueden atemorizar, pero temerle a la gente, a la sociedad, es algo que muchos no reconocen como objeto de miedo y tampoco es extraño que se considere inusual temerle a algo tan común, como las personas.

La fobia social es una afección de la familia de los trastornos de ansiedad, de ahí el hecho, que también se le llame “trastorno de ansiedad social”.

Como toda fobia, la fobia social, se caracteriza por un miedo potente en situaciones sociales, además de manifestaciones de ansiedad, nerviosismo, tensión muscular, sudoración, palpitaciones, agitación, tartamudeo, entre otras. A menudo, estas sensaciones son producto del miedo que genera, la posibilidad de quedar avergonzado ante otras personas, la preocupación anterior a los hechos, causa toda esta serie de desencadenantes, a esto se le denomina “ansiedad anticipatoria”, lo que significa que la persona ya prevé el resultado de cómo podría llegar a sentirse si fuera escudriñado por las personas que lo rodean. Es un inmenso temor por hacer el ridículo o ser juzgado ante los demás.

La persona que padece este problema, elabora ideas distorsionadas y muy sensibles sobre lo que los demás consideran de sí mismo, el sujeto se aferra a estos pensamientos llenos de principios íntegramente propios, que la más mínima sugestión del tercero, afirma el acontecimiento antes previsto.

La fobia puede presentarse en diferentes circunstancias, pudiendo ser en momentos específicos o generalizados. Los momentos en los que un sujeto fóbico social puede sentirse amenazado o no, determinan que clase de fobia encierra, como el caso del “subtipo generalizado”, en la que los síntomas se presentan en momentos sociales de toda índole. También la de “subtipo discreto” en la que los síntomas de fobia se manifiestan en momentos puntuales, como hablar frente al público, ser observado en un momento puntual, tener a cargo cierta responsabilidad, entre otras tantas.

No hablamos de simplemente sentirse asustado, hablamos de un miedo incontrolable, una sensación paralizante, de la cual en muchos casos se quiere escapar o no volver a experimentar en el futuro. Este miedo lamentablemente evita que la persona disfrute con normalidad de acontecimientos o actividades sociales, haciéndose traumáticas para no ser experimentables en el futuro, de ahí las causas del aislamiento y la necesidad de evitar todo aquello que cause ese miedo opresivo. En muchos casos, la fobia social se manifiesta junto con episodios de depresión, debido a que una acarrea a la otra.

Ya sabemos que la calidad de vida de la persona afectada disminuye total o parcialmente, porque al intervenir en el aspecto social, afecta a un gran porcentaje de actividades necesarias para la vida, que no pueden ser llevadas a cabo por juicio de la fobia social.

La niñez, adolescencia y adultez, son aquellas etapas en las que la fobia social comúnmente se manifiesta y debido a que la socialización es un evento totalmente necesario para la vida del joven, el conflicto que genera la interacción social que cree necesaria, pueden llevarlo a utilizar herramientas o estrategias que ayuden a manipular su miedo. Entre ellas una de las más populares es el alcohol, ya que desinhibe (solo por el momento en que hace su efecto) de todo aquello que pueda provocar su pudor. Cuando el resultado de esta herramienta es positivo, la persona que usa el alcohol como medio de protección, corre el riesgo de convertirse en dependiente de esta, ya que volverá a utilizarlo una y otra vez para liberarse de los síntomas indeseados que la fobia le produce. Así como el alcohol, existen otras sustancias tóxicas que muchos fóbicos sociales utilizan para disminuir sus estados de ansiedad.

Ante todo lo dicho, lo mínimo que podemos hacer como sociedad acechante para los fóbicos sociales, es demostrarles de que no es así y la mejor forma de hacerlo es acercándonos a ellos y ofrecerles una cálida amistad, para ayudarlos a integrarse y en parte superar sus miedos.

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