Cómo el estrés en la juventud podría aumentar tu riesgo de ansiedad y depresión posteriormente en la vida

Ser un niño estresado puede afectar a las bacterias en el intestino, que luego se pueden establecer que para surgan problemas de salud mental en el futuro, tales como la depresión o la ansiedad (social y otras).

Los miles de millones de organismos que viven en el tracto digestivo pueden, literalmente, cambiar la forma en que funciona el cerebro.

 

Cómo el estrés en la juventud podría aumentar tu riesgo de ansiedad y depresión posteriormente en la vida

Los científicos siguen encontrando más y más evidencia de la influencia significativa de las bacterias intestinales en la salud mental. Los estudios han vinculado los desequilibrios de bacterias intestinales a una serie de problemas de salud, incluyendo la depresión, la ansiedad, el autismo y la enfermedad de Alzheimer, y la investigación ha sugerido también que un microbioma saludable puede contribuir a un cerebro sano y de buen humor.

Estos problemas pueden ser activados a una edad muy joven. Una nueva investigación sugiere que una infancia estresante podría establecer las pautas que para problemas de disfunción intestinal y de salud mental surjan en el futuro de la persona.

En un estudio con ratones, que fue publicado en la revista Nature Communications, los investigadores de la Universidad McMaster en Canadá mostraron que el estrés en las etapas tempranas de la vida puede conducir a desequilibrios en el microbioma intestinal y contribuir al desarrollo de ansiedad y depresión.

“El estrés de la vida temprana cambia la composición y la actividad metabólica de las bacterias en el intestino”, afirma el autor principal del estudio, el Dr. Premysl Bercik, profesor de gastroenterología en la escuela de medicina de la universidad, que dijo a los medios que ellos, en su estudio, postulan “que este cambio se debe a la función intestinal alterada inducida por el estrés”.

 

La conexión entre el estrés y las bacterias

Para el estudio, los investigadores sometieron los ratones infantiles a estrés al separarlos de sus madres cuando tenían entre 3 y 21 días de edad.

Después de ser sometido a la separación materna, los ratones tenían niveles anormalmente altos de la hormona del estrés, la corticosterona, y mostraban la ansiedad y comportamiento similares a la depresión. Los ratones también mostraron desequilibrios en las bacterias intestinales, que los investigadores atribuyen a la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor involucrado en la respuesta al estrés que comunica el cuerpo y el cerebro.

Entonces, los investigadores repitieron el experimento en una condición libre de gérmenes donde los ratones no fueron expuestos a cualquier bacteria. Esta vez, los ratones también mostraron altos niveles de la hormona del estrés y la disfunción intestinal después de ser sometidos a altas presiones, pero no mostraron ningún signo de ansiedad o depresión.

Sin embargo, cuando esos mismos ratones fueron colonizados con la bacteria comenzaron a mostrar signos de ansiedad y depresión en unas pocas semanas.

¿Que significa todo esto? Que el desequilibrio de las bacterias pro sí solas no era suficiente para provocar la ansiedad y la depresión. En cambio, los resultados sugieren que la interacción de las bacterias y el estrés en la vida temprana puede ser lo que determine la probabilidad de que un individuo desarrolle ansiedad y depresión.

“Estamos empezando a explicar los complejos mecanismos de la interacción y la dinámica entre la microbiota intestinal y el cuerpo del sujeto estudiado”, dijo Bercik. “Nuestros datos muestran que los cambios relativamente menores en los perfiles de la microbiota (…) pueden tener profundos efectos en el comportamiento de acogida en la edad adulta”, concluyó.

 

Intestino feliz, cerebro contento

¿Como funciona esto? El cerebro y el intestino se comunican a través de eje intestino-cerebro, un modo de señalización bidireccional entre el tracto digestivo y el sistema nervioso.

Hay varios mecanismos centrales por los que las bacterias intestinales pueden comunicarse con el cerebro. En primer lugar, los desequilibrios en las bacterias intestinales pueden desencadenar la inflamación mediante el aumento de la permeabilidad de la mucosa intestinal, lo que permite que las toxinas se filtren en el torrente sanguíneo. La investigación ha vinculado a marcadores pro-inflamatorios (citoquinas) y un aumento de la permeabilidad intestinal con la ansiedad y la depresión.

En segundo lugar, las bacterias pueden producir neurotransmisores, que se llevan a través de la sangre al cerebro. Las bacterias también pueden estimular nervios específicos en el intestino, que luego transmite la información al cerebro, afirma Bercik.

Afortunadamente, puedes apoyar la salud de tu intestino (y por lo tanto la salud mental) por el consumo de una dieta que sea rica en probióticos (los “amigos” de las bacterias intestinales) que apoyan la digestión y a un microbioma equilibrado, y se sabe que estimulan la función inmunológica y neurológica.

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