Cómo detectar a un hombre violento

La violencia de género está alcanzando visibilidad en nuestra sociedad. Afortunadamente, nadie hoy en día piensa que una mujer debe tolerar ningún tipo de maltrato de su pareja, y desde el Estado y otras instituciones se despliegan cada vez más recursos para asistir a las víctimas de esta realidad tan dolorosa.

Por eso, los expertos están centrando sus esfuerzos en ayudar a prevenir las relaciones violentas, detectando a un hombre con características de violento y potencial maltratador desde el principio, cuando resulta más fácil salirse de la relación. Aprendamos algunas pautas sobre cómo detectar a un hombre violento.

Cabe recordar, antes que nada, que la violencia de género no es sólo la física, puesto que generalmente se trata apenas del último escalón de una serie de malos tratos, que incluyen la violencia psicológica, la económica y laboral (no dejar trabajar a la mujer y negarle acceso al dinero), también en ocasiones la violencia sexual (obligar a la mujer a tener relaciones bajo amenazas, no sólo mediando fuerza física). Pero algunas señales sutiles pueden ser los llamados de atención que necesitamos para escapar a tiempo.

Un hombre violento es ante todo, inseguro. Tiene una personalidad manipuladora que lo que hará poco a poco es adueñarse de su mujer, cual si fuera su propiedad. Por eso, los primeros signos de alarma vienen del lado de los celos exagerados. El violento intentará controlar poco a poco a su pareja, persuadiéndola de que se aísle de sus amistades o familia. Le hará escenas cada vez que quiera salir sin él, utilizando métodos como hacerla sentir culpable, o descalificando a sus amigos para que pierda el interés en querer verlos.

Revisar el celular, el correo electrónico, las redes sociales, claramente entran en esta categoría. También exigirle a su mujer que no se vista de determinada manera o que no se maquille, pues para él, lo hace para seducir a otros hombres.
El hombre violento es también impulsivo. Ante discusiones, reacciona de manera desmedida. Es también exagerado en cualquier confrontación, incluso en situaciones banales como una discusión de tránsito. Suele romper o golpear cosas cuando discute, y es habitual que insulte y descalifique a su pareja en estas situaciones. Recordemos que el violento construye su poder al manipular a su víctima, aislándola y mermando su autoestima hasta hacerla sentir culpable y merecedora de su castigo.

En público suelen ser hombres muy seductores,  simpáticos, amables, pero en la intimidad puede ser muy agresivo y violento. Es por eso que a veces convence de su inocencia hasta a jueces, policías, profesionales, amigos y parientes.
La impulsividad se detecta también en cambios súbitos de humor, suelen enojarse por tonterías que desatan tal ola de intimidación, que luego ni recuerdan por qué se enojaron.

Otro dato a tener en cuenta es que suelen ser también violentos con los hijos y mascotas, pueden tener armas y además abusar del alcohol o drogas, lo cual desde luego potencia su actitud.

La escalada de agresión comienza con insultos y descalificaciones verbales a su mujer en discusiones, o por cualquier cosa. Si la mujer las tolera, la siguiente etapa es la de forcejeos y empujones, para luego pasar a los golpes. Es necesario salir de la relación antes de que esto llegue.

Lo cierto es que a las mujeres se les hace difícil salir porque por lo general, estos hombres tienen un ciclo en el que luego de una agresión, llega la “luna de miel”, donde se muestran sinceramente arrepentidos, donde son románticos y buscan el perdón, prometen que van a cambiar y enamoran otra vez a la mujer. Hay que ser fuertes para escapar a este círculo vicioso.

Contar con una buena dosis de amor propio y con una red de contención de familiares y amigos – además de instituciones especializadas y un terapeuta – es la manera de salir de una relación así. En general, estos hombres logran arrasar con la autoestima de la mujer, que se siente merecedora de su suerte, por eso es que pueden permanecer en esta relación durante años y hasta décadas. Salirse al principio es mucho más seguro, y trabajar en la propia autoestima es la mejor defensa para que este tipo de hombres ni se nos acerquen, pues siempre intentarán buscar a una mujer más sumisa y débil, que se adapte a sus ansias de control.

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