Familia y finanzas (Tercera parte): ¿ Mi pareja es tacaña o soy gastador ?

Familia y finanzas (Tercera parte): ¿ Mi pareja es tacaña o soy gastador ?

Familia y finanzas (Tercera parte): ¿ Mi pareja es tacaña o soy gastador ?

¿ Mi pareja es tacaña o soy gastador ? Finanzas.

 

¿El que trabaja es el único dueño del dinero?

Al construir un proyecto en común, la pareja puede establecer pautas económicas, basadas en la equidad y la coherencia. Si uno solo es quien trae el dinero, es bueno comprender que la otra parte, también trabaja y aporta su esfuerzo en el hogar. Si los dos aportan dinero pero en cantidades desiguales, la equidad, podría traducirse en una suerte de solidaridad, con el que menos resultados obtiene.

A veces ocurre que la actitud ante el dinero difiere en ambos integrantes parte de la pareja, uno es excesivamente cuidadoso, ahorrativo, organizado y restrictivo, y la otra parte, es gastadora, compra compulsivamente, y no para de “darse gustos”. Ambas conductas responde a un desequilibrio emocional: el tacaño, teme perder la supuesta seguridad y atesora el dinero sin decidirse a gastarlo, por temor al futuro. El gastador, por su parte, substituye carencias emocionales e inseguridades con el consumismo compulsivo, lo cual es un trastorno de ansiedad.

Es obvio que el secreto de una buena economía no está en ninguno de estos extremos, sino en un balance que permita ahorrar, prevenir, saber invertir, pero también utilizar el dinero para disfrutar de buenos momentos y placeres. El objetivo de tener dinero es el bienestar, no puede ser un fin en sí mismo, pues solamente se trata de un medio. Entonces se puede generar equilibrio enseñando y aportando al otro el punto de vista propio, así como apreciando y aprendiendo de la perspectiva de nuestra pareja.

En otras épocas, el dominio del hombre sobre las finanzas era rotundo e incuestionable, incluso hubo miles de casos en que la mujer se enteraba de las posesiones y bienes del esposo, recién en el funeral.  Por suerte, esos tiempos se fueron y ahora es común ver que ambos llevan adelante una carrera profesional, con mayor o menor éxito, por lo que se estila que cada uno maneje su propio dinero. Y esto estaría bien, siempre que no se extinga la idea de que una pareja es un proyecto de vida en común, si se individualizan las finanzas en forma extrema, se pierde el sentido de unión.

Lo recomendable es organizar un plan de gastos fijos y cotidianos, analizando la capacidad de aporte de cada uno. La administración en pareja es cosa de dos, no de uno. Ejercer dominación financiera sobre la pareja, es una forma de violencia psicológica, que menoscaba la autoestima, produce temor y resentimiento, y, definitivamente, envenena el amor mutuo.

No olvidar, que una buena administración depende del buen acuerdo, de la claridad en la comunicación,  de la armonía en la relación. Y no importa si se tienen diez propiedades y varios autos, o si se alquila un monoambiente y se comparte la motocicleta para ir a trabajar, porque el punto es el mismo e invariable: el respeto y la buena actitud, mantendrán a salvo la relación de las desagradables y ásperas, discusiones por dinero.

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