Cine y Arquitectura: «Escape de Nueva York»

La decisión de enmarcar una película dentro de un marco temporal específico ha demostrado por lo general restarle de cierta seriedad y credibilidad ante el público de generaciones venideras, sobre todo dentro del cine de ciencia ficción y de futuros catastrofistas.

 

Cine y Arquitectura: «Escape de Nueva York»

Aunque “Escape from New York” no es la excepción de la regla, su referencia temporal caduca obtiene un nuevo valor, pues nos permite examinar el contexto histórico en la que fue producida y sobre los fantasmas sociales en los que encontró arraigo para su argumento.

La cinta adopta un futurismo negro, que similar a la distopía (y muchas veces término utilizado como sinónimo), se refiere a un futuro hipotético donde la humanidad atraviesa una realidad más oscura que brillante. Mientras que la distopía opta por un claro enfoque donde la mayor parte de los elementos que componen la sociedad están en desequilibrio, el futurismo negro es más un sentimiento generalizado de pesimismo, donde ciertos elementos ponen en tela de juicio el desarrollo de la humanidad.

La elección de esta atmósfera pesimista y sin esperanza, proviene en gran parte por la propia incertidumbre de la sociedad de la década de los 80’s. En plena guerra fría y tras diversas crisis económicas, Estados Unidos experimentaba un gobierno cada vez más cínico y que buscaba a toda costa controlar la imagen de su país a toda costa. Ante el escándalo que resulto el caso Watergate, la imagen de un gobierno honesto se perdió y la sociedad se cuestionaba si aquello era el principio del colapso.

Carpenter imagino la realidad de una década posterior si los problemas de su tiempo hubiesen empeorado significativamente. El aumento en la delincuencia y la paranoia de la autodefensa le llevaron a imaginar una ciudad conquistada por el miedo, la oscuridad y donde el espacio público se convertiría en un campo de batalla. De manera simbólica y efectiva imagino que una ciudad entera se convertía en una gran prisión, donde todos aquellos valores que el hombre moderno proclamaba con orgullo se habían ido directamente al carajo.

La elección de Nueva York es simple. Capital del mundo capitalista, su caída significaba que el modelo actual de desarrollo había fallado. Aquel skyline tan emblemático, cubierto en penumbras y un silencio abrumador, es como contemplar el esqueleto, la sepultura y las ruinas de una civilización atrapada en el tiempo. Gracias a esta sentencia mortuoria, la cinta adquiere una visión claramente posmoderna. Las calles donde antes circulaban miles de automóviles ahora lucen abandonadas y sin propósito, espacio muerto dentro de una ciudad muerta. Los comercios y sus grandes anuncios no son más que fachadas llenas de grafiti, escondite de villanos que no se rigen por ningún código estético.

La nueva sociedad que se erige dentro, se presenta como una utopía criminal en ciertos aspectos. Tierra sin ley y vigilancia, separada del resto del mundo, actúa como un patio de juegos para los convictos más crueles. Ante la ley del más fuerte, crean sus propios códigos y gobierno.

Se apropian del territorio de la ciudad, de su arquitectura y su urbanismo, dándole un nuevo uso según sus intereses. Dividen la ciudad en barrios y estratos, lo más exiliados viviendo en los subterráneos y aquellos con más poder en las estructuras que llenaban de orgullo a la antigua sociedad.

Concluyendo, si bien el paso del tiempo ha encasillado la realidad de la cinta como “un futuro que pudo ser pero no sucedió”, en ella podemos encontrar un testimonio histórico acerca de las preocupaciones de una época. Preocupaciones que si bien se han aminorado en nuestro presente, son el testigo fiel que la humanidad aún no ha cambiado en cuanto al rumbo de su desarrollo. Silenciosos, los temores del pasado quizás solo esperan el momento adecuado para ser repetidos por la historia.

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