Adolescencia en conflicto: ¿Cómo diferenciar comportamientos inapropiados de aquellos esperables para esta etapa?

adolescentes en conflicto

Es oportuno cuando hablamos de adolescencia, traer a nuestro pensamiento el paralelismo de esta etapa, con la primavera.

Sabemos que en esta estación del año el crecimiento de innumerables especies de flores y árboles ilumina las calles y brindan alegría a la vista.

La adolescencia tiene esta particularidad. Comienza a florecer un nuevo cuerpo, un nuevo modo de concebir el mundo y a quienes nos rodean; y la magia de la plenitud absoluta se vuelve una con la personalidad de los niños en crecimiento.

Se trata de un cambio psicofísico, y puede llevarse a cabo hasta los 17-19 años de edad. Durante este lapso de tiempo existirán altibajos naturales y una búsqueda de la propia identidad.

Mayormente el encuentro con pares es la prioridad, quedando en segundo lugar el afecto enlazado al vínculo familiar. Es en este período donde comienzan los jóvenes sujetos a buscar sus propios lazos y a forjarlos, siendo ellos quienes eligen a quien tener a su lado.

El alejamiento de la familia y los planteos desafiantes es parte del proceso de desarrollo que hace al aspecto psicológico de la búsqueda de independencia, es la forma como el adolescente comienza a trazar su propio camino. Errados o no, es la manera que encuentran o la más común, ante lo cual no hemos de desesperarnos, tampoco librar al azar su rebeldía.

La detección a tiempo del problema nos acortará futuros dolores de cabeza.

Es importante estar siempre al tanto de las tendencias que se van originando en el grupo de chicos en el que está incluido nuestro hijo, o adolescente que nos ocupe. Por ejemplo saber qué lugares frecuentan; tener conocimiento acerca de nuevos integrantes. Observar sin invadir sería la herramienta que necesitamos y para esto es importante tener y cultivar una buena comunicación en la medida de lo posible y no forzarla si no consigue.

A medida que estamos atentos a los cambios naturales debemos ir percatándonos de aquellas señales que dan cuenta de una exacerbación y persistencia de ciertas características esperables a esta edad, es decir cuando determinadas pautas de comportamiento parecen amoldarse a la personalidad haciendo que lo esperable se convierta en un obstáculo para el propio adolescente y para sus afectos. Este es el indicador que debemos seguir.

El primer encuentro con el efecto de bebidas alcohólicas y la curiosidad que esto despierta, en los primeros años de la adolescencia, es común a la mayoría, al igual que incursionar en los primeros noviazgos y las salidas de los fines de semanas, pero ¿cuándo es adecuado intervenir antes este proceso evolutivo y natural de la vida del joven?

Cuando estos factores comunes se alteran y se evidencia una perdida de control de estas situaciones, siendo llevadas a extremos inapropiados.

Si el adolescente pudo sentirse más a gusto consigo mismo y por lo tanto desinhibirse luego de ingerir varios vasos de cerveza, es probable que tienda a repetir esta acción.

Lo mencionado anteriormente va de la mano con búsqueda de satisfacer la explosión hormonal que se origina en el cuerpo a esta edad, por lo que la mezcla de alcohol y desinhibición puede ocasionar conductas sexuales peligrosas.

A esto debemos sumarle varios componentes. En primer lugar es muy común en esta etapa, sentir que uno es dueño de la razón. Los adolescentes creen estar siempre en lo correcto y esto los hace vulnerables ante los riesgos que enfrentan.

Por otra parte es importante recordar que los padres, en la mayoría de los casos, no seremos los referentes que ellos elijan tener. A esta edad la afinidad se origina entorno al grupo de pares, principalmente, y -en ocasiones- con algún tío joven, hermano mayor, etc. Es importante contar con redes de apoyo sobre todo en casos difíciles. Las palabras de estas personas significativas, a la que ellos admiran, pueden lograr lo que los padres -más allá de todas las buenas intenciones- no consiguen.

Esta etapa se caracteriza por el desafío a lo establecido, por lo que no debe sorprendernos una actitud contraria a lo que le ordenamos desde nuestra función parental.

Tener en cuenta estos puntos puede contribuir a un manejo más criterioso de la situación. Alarmarnos de manera exagerada no hace más que aumentar la negación de los adolescentes a las pautas familiares.

 

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