10 cosas que nunca debes decirle a tus hijos

Estas frases cotidianas en realidad puede hacer más daño que bien. Probablemente no utilizas frases de viejas como “espera a que tu padre llegue a casa” o “me gustaría que te comportes más como tu hermana” con tus hijos. Pero hay un montón de otras frases (no tan obvias) que debes evitar a toda cosata, por el bien de ellos y los tuyos.

 

“Lo hiciste muy bien”

Muchas investigaciones han demostrado que dar una frase tan genérica como “buen niño” o “así se hace” cada vez que su niño domina una habilidad lo hace dependiente de tu afirmación en lugar de su propia motivación. Guarda las felicitaciones para cuando estén realmente justificadas, y se lo más específico posible. En lugar de “buen juego”, digamos, “esa fue una buena asistencia. Me gusta cómo jugaste en equipo”.

 

“La práctica hace al maestro”

Es cierto que cuanto más tiempo que tu hijo dedica, mejores serán sus habilidades. Sin embargo, este adagio puede dar la suficiente presión para que busque ganar o sobresalir. Envía el mensaje de que si cometes errores, no entrenas lo suficiente. Muchos niños combaten con ellos mismos, preguntándose: “¿Qué me pasa? Practico, práctico, práctico, y todavía no soy el mejor”. En cambio, anima a tu hijo a trabajar duro, porque va a mejorar y a sentirse orgulloso de su progreso.

 

“¿Estás bien?”

Cuando tu hijo se raspa la rodilla y se echa a llorar, tu instinto puede ser asegurarle que él no está mal herido. Pero decirle que “está bien” sólo pueden hacerlo sentir peor. Tu hijo está llorando porque no está bien. Tu trabajo es ayudarle a entender y a lidiar con sus emociones, no descartarlas. Trata de darle un abrazo y reconocer lo que está sintiendo, diciendo algo como: “Eso fue una caída bastante dura, a mi también me asustó.” Luego preguntale si le gustaría una venda o un beso (o ambos).

 

“¡Date prisa!”

Tu hijo pierde el tiempo en el desayuno, insiste en atar sus propias zapatillas (aunque no tiene absolutamente dominada la técnica aún), y estás llegando tarde a la escuela, de nuevo. Pero empujarla a conseguir que lo haga más rápido es un estrés adicional. Suaviza tu tono ligeramente diciendo: “Vamos a apresurarnos un poco”, que envía el mensaje de que los dos están en el mismo equipo. También puedes activar el acto de prepararlo como si fuera un juego: “¿Quieres que juguemos a ver quién se pone la ropa primero?”

 

“Yo estoy a dieta”

Estás preocupado/a con tu peso. Guárdatelo para ti mismo. Si tu hijo vé que te subes a la balanza todos los días y oye hablar sobre “ser gordo o gorda”, puede desarrollar una imagen corporal poco saludable. Es mejor decir: “Yo estoy comiendo sano, porque me gusta la forma en que me hace sentir.” Toma la misma actitud en lo que respecta al ejercicio. “Necesito hacer ejercicio” puede sonar como una queja, pero “Está hermoso fuera. Voy a dar un paseo” puede inspirarle a unirse a tí en la caminata.

 

“No nos podemos permitir eso”

Es fácil usar esta respuesta predeterminada cuando tu hijo te pide un juguete. Pero hacerlo envía el mensaje de que no estás en control de tus finanzas, que puede ser aterrador para los niños. También se puede observar esto en estudiantes de primaria. Elije una forma alternativa de expresar la misma idea, como por ejemplo: “Nosotros no vamos a comprar eso porque estamos ahorrando nuestro dinero para cosas más importantes.” Si ella insiste en discutir más sobre las razones de dicha decisión, tienes una ventana perfecta para iniciar una conversación sobre cómo hacer un presupuesto y cuál es la mejor manera de administrar el dinero. Generar una cultura del ahorro es fundamental en la educación de un infante.

 

“No hables con extraños”

Este es un concepto difícil de comprender para un infante. Incluso si una persona no es familiar, no puede pensar en él como un extraño si él es bueno con ellos. Además, los niños pueden tomar esta regla por el lado equivocado y resistirse a la ayuda de agentes de policía o bomberos a los que no conocen. Por ello, en lugar de lanzar esta advertencia, abra escenarios: “¿Qué harías si un hombre que no conoces te ofrece dulces y llevarte a su casa?”. Pídale que explique lo que haría, luego introduce tu guía para el correcto curso de acción en dichas situaciones. Dado que la gran mayoría de los casos de secuestro infantil involucran a alguien que el infante ya conoce, también puedes adoptar un mantra de seguridad: “Si alguien te hace sentir triste, asustado o confundido, es necesario que me lo comuniques de inmediato.”

 

“Ten cuidado”

Diciendo esto mientras tu hijo se blancea en un juego en el parque en realidad hace que sea más probable que él se caiga. Tus palabras lo distraen de lo que está haciendo, por lo que deja de estar concentrado en dichas acciones. Si te sientes ansioso, acércate cerca de él en caso de que se caiga, estando lo más tranquilo y calmado como sea posible.

 

“No hay postre a menos que termines con tu cena”

El uso de esta expresión aumenta el valor percibido de un niño sobre la golosina y disminuye su disfrute de la comida en sí; lo contrario de lo que quieres lograr. Ajustar tu mensaje: “Primero vamos a comer nuestra comida y luego tenemos el postre.” El cambio de redacción, aunque sutil, tiene un impacto mucho más positivo sobre tu hijo.

 

“Deja que te ayude”

Cuando tu hijo tiene dificultades para construir una torre de bloques o terminar un rompecabezas, es natural querer darle una mano. No. Si saltas demasiado pronto, que pueden socavar la independencia de tu hijo, porque él siempre va a estar mirando a los demás en busca de respuestas. En cambio, busca preguntarle cosas para orientar su camino y ayudarle a resolver el problema: “¿Crees que la pieza grande o pequeña debe ir aquí arriba?, ¿Por qué crees que conviene poner esta pieza aquí?”.

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